Salvador Illa ha obtenido una victoria electoral importante este domingo 12 de mayo y ha logrado dos de sus principales objetivos: la distancia con su principal perseguidor, Carles Puigdemont, queda establecida en siete escaños (42-35) y más de seis puntos y la suma del independentismo es realmente irrisoria, al pasar de los 74 diputados en la anterior legislatura a los 59 que suman Junts, Esquerra y la CUP.  Los electores catalanes han avalado la política de pacificación de Pedro Sánchez y lo han hecho incluso en uno de los días más caóticos de Rodalies, que no ha funcionado en toda Catalunya durante toda la jornada. Para que su felicidad sea completa, le falta cerrar un acuerdo parlamentario para su investidura y sobre la mesa, aritméticamente hablando, solo hay dos posibilidades: un nuevo tripartito de izquierdas que suma 68 escaños, justo la mayoría absoluta, o un acuerdo con Junts que sumaría 77, pero que es bastante más que imposible.

Es obvio que el hartazgo en el mundo independentista se ha hecho este domingo evidente, aunque sea a costa de dispararse un tiro en el pie. Le han entregado al PSC la victoria más rotunda que han tenido nunca en Catalunya, superando el empate de 2021 con Esquerra, pero también la diferencia con los resultados de su máximo competidor alcanzados en 2003 (Pasqual Maragall) y 2006 (José Montilla). Illa ha logrado un cuarto trébol en el póquer de este 12 de mayo: por primera vez desde 1980, el nacionalismo de aquellos años o el independentismo de ahora no tendrá el control de la Cámara catalana. Los estudiosos y aficionados de la política catalana ya no podremos seguir diciendo que, excepto en aquellas primeras elecciones autonómicas, el eje nacional catalán siempre se había impuesto al españolista. Ya no.

Por primera vez desde 1980, el nacionalismo, ahora independentismo, no tiene el control del Parlament de Catalunya

Dicho esto, que son los principales titulares de la noche, a Illa le queda un largo trayecto para convertirse en president de la Generalitat. Esquerra le ha dicho, por boca de Pere Aragonès, que se olvide de contar con sus votos y Carles Puigdemont solo se ha abierto a abrir inmediatamente negociaciones con el partido que preside Oriol Junqueras para intentar formar un gobierno independentista. Serían 55 diputados y le faltarían 13 para alcanzar los 68. Con los 4 de la CUP siguen faltando 9. Son, realmente, sumas muy difíciles. Pero, en ese punto, Puigdemont enseñó el rey de bastos: Pedro Sánchez, al que le recordó que él también perdió las elecciones, pero acabó alcanzando de nuevo la Moncloa. Es cierto, pero el PSC tiene vida propia e intereses propios, como ya evidenció en 2003 y 2006. El president en el exilio ha quedado segundo, pero Junts ha conseguido su mejor resultado desde el 2017 con un avance de 3 escaños.  

Es cierto que el arma de destrucción que es tumbar a Pedro Sánchez en manos de Junts no la tenía Artur Mas para ganarle la mano a Zapatero, pero aun así, el envite del president en el exilio parece harto difícil de consumar. Illa y el PSC quedan obligados a mover ficha y el primer secretario de los socialistas aseguró taxativamente que le pedirá al nuevo presidente o presidenta del Parlament que como ganador de las elecciones le toca ir a la investidura en primer lugar. Los gritos en la sala de president, president remarcan algo sabido y muchas veces olvidado: que el PSC no está dispuesto a inmolarse y renunciar a volver a la Generalitat después de casi 14 años y habiendo logrado una victoria que se les había resistido antes a todos los candidatos que había presentado. Veremos como juegan sus piezas y también la musculatura negociadora de Junts y de Esquerra.

Por lo que respecta a Esquerra, el resultado de Pere Aragonès es sencillamente horroroso. El partido, con sus 20 diputados, vuelve a la casilla de 2012 cuando sacó 21 diputados. Es cierto que su candidato no era el más competitivo posible, ya que Oriol Junqueras no se podía presentar al estar inhabilitado. Tiene ante sí un negro horizonte que requerirá de medidas drásticas más pronto que tarde. Quizás, incluso, algunas muy rápidas. La cara de enfado de Junqueras por televisión no deja lugar a dudas y, como que las imágenes nunca son casuales, el presidente de Esquerra estaba al lado de Aragonès pero en un segundo plano, un paso atrás, cediéndole al actual núcleo duro de Presidència buena parte del foco. Una repetición electoral tendría como aliciente la posibilidad que Junqueras pudiera presentarse, ya con la amnistía vigente.

El PP, con 15 diputados, salva los muebles superando a Vox, que logra mantener 11. Los comunes y la CUP retroceden y Aliança Catalana logra solo dos escaños, una cifra menor a la que habían barajado los sondeos. Resumiendo, Illa tiene la pole de manera clara, pero el circuito es de los difíciles y con muchas curvas. En todo caso, hoy cuesta mucho ver como se le puede escapar la victoria.