La marcha de Mònica Terribas de la dirección de El matí de Catalunya Ràdio después de siete años al frente del magazine matinal subrayando que no se va "ni por razones personales ni por cansancio"; su alegato de que "dejo El matí porque creo que los engranajes de esta máquina no pueden permitirse ningún chirrido y ahora chirrían" y su despedida nada enigmática, con un mensaje claro a la dirección de la emisora, emplazándola a "que encuentren otra ingeniera o ingeniero que sepa hacer funcionar esta máquina como ellos quieren" es una noticia preocupante. Se trata de una de las voces más autorizadas del panorama mediático catalán, una profesional enormemente competente, una trabajadora incansable y una voz libre y documentada y por ello siempre incómoda para gobierno y oposición. Ha trabajado con todos y nunca se ha casado con nadie, más allá del excelente dueto que ha hecho con el periodismo de calidad y lo que debe ser un medio de comunicación público en el siglo XXI.
He tenido la oportunidad y también la satisfacción profesional de participar ininterrumpidamente los últimos 20 años, todos los martes, en tertulias de radio, primero en RAC1 durante quince años y las últimas cinco temporadas en Catalunya Ràdio. En RAC1 vi crecer profesionalmente a Jordi Basté desde el mismo momento en que se hizo cargo de El món a RAC1 en 2007. En tan solo dos temporadas consiguió llevarlo al liderazgo ininterrumpido de las mañanas radiofónicas en Catalunya. Basté es único, irrepetible y especial. Un monstruo radiofónico y un visionario que consigue inventarse de la nada un programa que solo él ve y que, al final, todo el mundo acaba felicitándole. También es generoso como pocos, defensor de las causas perdidas cuando toca y capaz de echarse a sus espaldas especiales un día tras otro ya que vive por y para la radio. En junio de 2015 acabó mi participación en su programa y no fue por una decisión suya o mía sino un peaje complementario a mi cese como director de La Vanguardia.
Aquel verano, aún no había salido El Nacional, Terribas me invitó a su programa y me mantuvo generosamente el martes como día de tertulia, cosa que agradecí. A diferencia de Basté, Mònica ya era una profesional absolutamente consagrada y con un currículum enormemente brillante tanto en la televisión pública donde llegó a directora de TV3 como en Catalunya Ràdio. Terribas, siempre punzante e incómoda para los entrevistados, como corresponde a una profesional notable, nunca ha practicado esta faceta con sus tertulianos, a los que ha protegido hasta extremos exagerados sin importarle la ideología o la tendencia. Eso nunca es fácil, ni tampoco gratis pero esas eran las reglas de juego de la jefa, como coloquialmente le llamaban con un punto de admiración, todo hay que decirlo, en su equipo del magazine.
Catalunya Ràdio tiene un problema, ciertamente. Y no porque las personas no sean sustituibles, claro está. Sino porque un tótem como ella no puede irse de esta manera. Ni es justo, ni es profesional, ni es ético. La radio catalana ha tenido desde hace siete años dos gigantes al frente de las mañanas. Y era un lujo, como bien saben los oyentes que los han premiado ininterrumpidamente EGM tras EGM. Si en algún sitio el ecosistema mediático ha sido más catalán que español ha sido en la radio. Y eso es un hecho diferencial importante que ayuda a la lengua y refuerza el relato catalán plural frente al discurso uniformista español. Desconozco cual será la solución final al desaguisado que se ha producido pero con la renuncia de Terribas perdemos todos. Y pierde el periodismo.