Se cumplen este viernes tres meses de las elecciones del 14 de febrero, en las que el independentismo logró una victoria arrolladora: casi el 52% de los votos y 74 de los 135 escaños en el Parlament de Catalunya. Vale la pena irlo recordando, a costa de que a los políticos les acabe agotando, porque fue un hito esperado largos años, que tuvo un enorme impacto internacional y nunca un éxito tan grande puede caer en el olvido con tanta rapidez. Al cumplirse el 14 de mayo, la situación política está bloqueada, al tiempo que hemos visto casi de todo y el independentismo bien podría hacer suyo como balance de estos tiempos aquella frase de "nos hemos mirado en el espejo y no nos hemos gustado".
¿Y dónde estamos exactamente? ERC en su posición ya conocida de que quiere intentar un Govern en solitario y reclama los votos necesarios de Junts para que esto sea posible y la formación de Puigdemont, Sánchez y Borràs exigiendo a Esquerra que vuelva a la mesa de negociación para un gobierno de coalición. Este miércoles sí ha pasado otra cosa: los comunes han abandonado las negociaciones con ERC hasta que el partido de Junqueras y Aragonès se comprometa a decir que Junts no entrará —se entiende que nunca— en el Govern. Aunque las posiciones entre los dos grandes partidos independentistas siguen igual de alejadas sin síntomas reales de distensión, sí que parecía correr a última hora de la tarde una cierta brisa de menor pesimismo. Se trataría, utilizando la expresión recogida, de encontrar una pista de aterrizaje en la que ninguna de las dos posiciones que se están defendiendo quedara muy desautorizada.
En cualquier caso, a falta de doce días para que inexorablemente el margen para una investidura deje de ser efectivo y se ponga en marcha el calendario electoral, recoser la cantidad de rotos que se han producido no deja de ser una labor casi titánica. Expectante está, sobre todo, el PSC, el partido que más tiene que ganar con una repetición electoral. Ya hay encuestas, más o menos creíbles, y que no son del CIS, hoy más manipulado y degradado que nunca, que sitúan a los socialistas catalanes en una cómoda posición de preeminencia, ayudados por un nuevo retroceso de Ciudadanos, que podría seguir con paso firme el camino hacia el precipicio de las recientes elecciones de Madrid, que le supusieron cero diputados.
Estas últimas horas, una de las expresiones que más se oyen en las formaciones del actual Govern es el temor a un accidente. Que tanto jugar al límite acabe llevando a un desenlace electoral. Y si uno mira el calendario, además, correr riesgos para unas elecciones que se celebrarían presumiblemente en julio, el 13 y martes, igual hasta supone forzar la suerte demasiado.