Desde 2017, con los diferentes actos que se suceden cada año en la tumba del president Macià, fallecido el 25 de diciembre de 1932, a la edad de 74 años, es fácil recordar que la situación política de Catalunya dista mucho de ser la de un país normal. Macià, como la gran mayoría de los presidentes de la Generalitat que no se han conformado, en la época reciente, con gestionar una simple autonomía, no lo tuvo fácil a lo largo de su trayectoria política. L'avi, como era conocido y querido por el pueblo, sufrió también exilio y luchó por la independencia de Catalunya. Ocho años después de su marcha a París volvió a Barcelona, proclamó la República catalana como un Estado integrado en la Federación Ibérica y tres días más tarde renunció, asumiendo la presidencia de la Generalitat hasta su muerte.

Fue una vida intensa de lucha por la independencia de Catalunya, con aciertos y errores, pero que obtuvo, como se manifiesta año tras año, un reconocimiento más allá de su gestión política hasta convertirse en un símbolo del país. Los hechos de 2017 provocaron una diáspora de la política catalana que, en muchos aspectos aún dura hoy. De hecho, es la primera gran ofensiva del estado español desde la restauración de la Generalitat, en 1977, y desde el retorno del exilio, una vez más un president de Catalunya hacía el camino de regreso a casa, en este caso, Josep Tarradellas i Joan.

Es un sino de los máximos responsables de las instituciones catalanas sufrir la represión y padecer exilio o prisión.

Es posible que para algunos el quinto aniversario que han pasado el president Carles Puigdemont, los consellers Toni Comín, Clara Ponsatí y Lluís Puig, la secretaria general de Esquerra, Marta Rovira, o la exdiputada de la CUP, Anna Gabriel, forme parte de la nueva normalidad. Para la gran mayoría de la ciudadanía catalana, sin embargo, no es así: son víctimas de la represión desatada por el estado español para intentar acabar con el independentismo.

Los presos indultados parcialmente antes del verano por el gobierno de Pedro Sánchez, después de múltiples presiones de las autoridades de la UE, y que, por primera vez, han podido pasar las Navidades en semilibertad —Oriol Junqueras, Jordi Cuixart, Jordi Sànchez, Jordi Turull, Josep Rull, Quim Forn, Raül Romeva, Dolors Bassa y la presidenta Carme Forcadell— han cambiado la prisión de los últimos cuatro años por unas fiestas en familia. Pero siguen siendo, obviamente, víctimas importantes de la represión, ya que conservan una pena de inhabilitación de la que restan muchos años.

Vale la pena recordar la situación de Macià el día que se le rinde homenaje en el cementerio de Montjüic, como cuando se produce el aniversario del fusilamiento en 1940 del president LLuís Companys, el 15 de octubre. Recordar y aprender del pasado es una obligación ya que la historia nos deja siempre elementos suficientes para comprender el presente y reconocer el hilo rojo de libertad que permite reseguir por qué somos una nación en busca de un futuro mejor.