El president Carles Puigdemont ha lanzado este jueves su partido político, a través de un manifiesto a la opinión pública, y ha dado a conocer también una cuidada primera selección de nombres del independentismo que le acompañan así como la fecha del 25 de julio para la constitución oficial de la nueva organización. La noticia marca un punto de inflexión en las arduas y fatigosas conversaciones entre la Crida de Jordi Sànchez y el PDeCAT, que se dan definitivamente por fracasadas ante las exigencias de los segundos a disponer como partido de una cuota en la nueva formación, una concesión que ni Puigdemont ni Sánchez han estado dispuestos a aceptar.
A Puigdemont le acompaña en la aventura una parte muy significativa de los referentes y el relato del referéndum del 1 de octubre, la república y la independencia del hasta ahora su espacio político. Así, están presentes presos y exiliados del PDeCAT como los consellers Turull, Rull, Forn y Puig, así como dirigentes procedentes de la izquierda que ya han sido en elecciones anteriores candidatos de Junts per Catalunya como Sànchez o Comín. No en vano, el target al que se dirige el nuevo proyecto son los votantes del 1-O, los de Junts per Catalunya y los que no los han votado nunca, según especifica el manifiesto, titulado "Junts, per Catalunya".
Pero al lado de esta nutrida presencia de pesos pesados del independentismo también hay una ausencia significativa como es la de Artur Mas, el president que puso en marcha el proyecto independentista en 2012, tras la multitudinaria manifestación de la Diada del 11 de Setembre, que designó a Puigdemont en 2016 como su sucesor al frente de la Generalitat y que ahora deberá aclarar dónde quiere quedar ubicado. No parece que vaya a dar el paso hacia la nueva formación, al menos, en esta primera fase constitutiva del mes de julio, aunque Mas tampoco va a alinearse con la actual dirección del PDeCAT
Es un órdago en toda regla al espacio del independentismo, prescindiendo de todo lastre partidista. Con todo, el perímetro de la nueva formación que liderará Puigdemont no tendrá inicialmente la amplitud que se pretendía, al haberse descolgado el PDeCAT de una manera sonora. La formación que preside David Bonvehí encarna ahora, desde el punto de vista ideológico, el sector más a la derecha del independentismo.
Para unos, la ruptura con el PDeCAT es una buena noticia ya que rompe la trazabilidad con Convergència y con muchos de los problemas judiciales que ha arrastrado. Para otros, en cambio, que el PDeCAT quede fuera supone un obstáculo para defender con contundencia que el nuevo partido agrupa el mayor número de sensibilidades del independentismo ya que ha habido demasiadas víctimas por el camino. No sólo eso, sino que, con la ruptura, la marca Junts per Catalunya no lo podrá utilizar la formación de Puigdemont sin acuerdo y los derechos electorales y económicos de comicios anteriores quedarán fuera de su alcance. Empero, también habrá que ver cómo resiste el PDeCAT el temblor de piernas de sus dirigentes, que se empieza a hacer evidente, para explicar a sus asociados la fractura con sus más importantes referentes políticos y mediáticos, y, sobre todo, el asentarse como una formación alternativa a Puigdemont.
Lo que sí es del todo evidente es que Catalunya empieza a adentrarse en la zona de máximas turbulencias electorales. Ya no cabe, seguramente, especular mucho más sobre si Puigdemont será o no será candidato en las próximas elecciones al Parlament ya que parece tener todos los números para que la respuesta sea sí y su posición la de número uno. El hecho de que el president Quim Torra quede fuera de los firmantes obedece a la necesidad de preservar una mínima aunque innecesaria institucionalidad del cargo. Una circunstancia superflua a todas luces ya que todo el mundo sabe que su espacio electoral es el de Puigdemont. Otros consellers de la Generalitat como Buch y Puigneró también han quedado fuera, seguramente, para no abrir un debate sobre la permanencia en el Govern de Àngels Chacón, muy alineada con el PDeCAT.
Respecto al calendario electoral se mantiene aún una gran incerteza aunque, ciertamente, queda acotada entre principios de octubre y quizás febrero ya que estirar la sentencia de inhabilitación del president Torra que llevará a cabo el Supremo a la vuelta del verano no deja mucho más margen. Quim Torra defiende casi en solitario ante la cúpula restringida de JxCat la primer opción: convocar a las urnas en octubre. En cambio, son mayoría los que apuestan porque el Supremo le inhabilite y se alargen los plazos al máximo, poniendo así en evidencia la intervención de la justicia española en el calendario electoral catalán.