La opa hostil del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA) contra el Banc de Sabadell, lanzada por la entidad financiera madrileña hace unas pocas horas, es mucho más que un torpedo en la línea de flotación de las pequeñas y medianas empresas catalanas, que también. Es el eterno deseo del poder español de dejar desprotegida Catalunya de cualquier instrumento de autoridad del signo que sea: político, empresarial, financiero, sindical y mediático. A veces lo hace más chapuceramente y sin esconderse, este sería un caso palmario; los ataques a la lengua y el intento devastador de la aplicación del 155 serían otros. En otras ocasiones, lo realiza más sutilmente, como cuando inyecta dinero para propagar urbi et orbi sus presuntas bonanzas. Pero la manera y la potencia como ha entrado la opa hostil del BBVA al Sabadell, a falta de algo más de 72 horas para la jornada de votación del 12 de mayo, desborda claramente el marco de debate de una operación que no solo es empresarial y deja en el aire una pregunta fundamental: ¿quién defenderá mejor este tipo de agresiones y, en consecuencia, el tejido empresarial catalán?
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Es importante que tanto el president en el exilio, Carles Puigdemont, como el primer secretario del PSC, Salvador Illa, y el president de la Generalitat, Pere Aragonès, se hayan puesto este jueves al lado del Sabadell. Harán falta todos ellos y, si es posible, algunas formaciones políticas más, para hacer valer esta actitud en los próximos meses en defensa de los intereses de Catalunya, de sus empresas y de sus ciudadanos. Hará falta que hagan, no solo que hablen. Que lideren y que sean insobornables. Que tengan una mirada amplia, ya que más allá de la sede social del Sabadell, está su arraigo en Catalunya y lo que supone la opa como agresión a Catalunya, a su tejido empresarial y a sus pymes, que si saliera adelante, padecerían sin duda las consecuencias, ya que la concentración bancaria nunca les será favorable y más si el banco absorbido es aquel con el que tienen una estrecha vinculación a través de relaciones históricas.
El ejemplo más claro del significado final de la operación en términos de equilibrios de poder es la facilidad con que se penetra en Catalunya a morder sin que esto cause un gran desasosiego a quien controla el tablero español desde Madrid. ¿Por qué Kutxabank, la macrocaja controlada por el PNV, y que ocupa en el ránquing español el séptimo lugar en volumen —detrás de Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell, Bankinter y Abanca— nunca aparece en ningún movimiento de fusión ni acordado, ni mucho menos hostil? Fundamentalmente, porque nadie en Madrid se atreve a dar un paso en el jardín vasco, donde las aguas siempre están calmadas, porque con el poder territorial del norte no se juega. Allí, con las cosas de comer, bromas las mínimas. Y eso lo sabe cualquier gobierno español, sea del PSOE o del PP.
Más allá de la sede social del Sabadell, está su arraigo en Catalunya y lo que supone la opa como agresión a Catalunya, a su tejido empresarial y a sus pymes
No es así en lo que se refiere a Catalunya, donde el gobierno español, en esta como en tantas otras cosas, parece esforzarse en demostrar que no es de fiar. Solo hace falta ir a las declaraciones del pasado 2 de mayo —¡hace solo siete días!—, en Sevilla, del ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, cuando manifestaba que para el gobierno español lo deseable es contar con entidades financieras "sólidas, que sean punteras, líderes en Europa y en el mundo" y consideraba la opa del BBVA sobre el Sabadell "una buena noticia". Este viernes, todo el Gobierno —también la facción minoritaria de Yolanda Díaz— se ha esforzado en correr mucho a decir lo contrario. Veremos qué espacio político acaba siendo más creíble en un tema que afecta al bolsillo de miles de pymes. Porque en unas elecciones tan apretadas y en las que podría incluso llegar a producirse el sorpasso de Puigdemont a Illa, o quedar ambos muy cerca, cualquier noticia que tenga un efecto amplificador en una u otra dirección y genere inquietud a un grupo de electores puede ser importante.