El poco aventurero president Pere Aragonès ha decidido convocar elecciones en Catalunya para el próximo 12 de mayo. Lo ha hecho el mismo día que el Parlament ha rechazado los presupuestos de la Generalitat para este año. El apoyo público del PSC para estabilizar la legislatura no ha sido suficiente después de que tanto Junts per Catalunya como los comunes de Ada Colau, igual que el resto de los partidos de la oposición, rechazaran las cuentas públicas que este martes se enfrentaban al trámite de las enmiendas a la totalidad. La alianza de los diputados republicanos y socialistas no lo ha superado. Aunque el elemento formal de la disputa ha sido el macroproyecto del Hard Rock en Tarragona, es obvio que el complejo turístico ha sido la excusa de una decisión que Esquerra Republicana había barajado durante varias semanas y que precipitó el lunes tras la reunión de la plana mayor del partido.
El escenario de un adelanto electoral era una cuestión a considerar por los republicanos si se encontraba una excusa convincente para justificarlo ante la opinión pública. Solo había que encontrar el momento, y los comunes se lo han servido en bandeja a Aragonès, que tan solo ha tenido que ir rechazando las amenazas de Albiach, que le exigía renunciar al centro recreativo en el Camp de Tarragona para que su partido retirará la enmienda a la totalidad en las cuentas de la Generalitat. Con el rechazo del presupuesto, Aragonès solemnizó desde el Palau de la Generalitat su enfado con la oposición y el adelanto electoral. Ni los comunes, ni Junts, aunque cualquiera de los dos partidos podía rectificar su voto y mantener la legislatura, cambiaron su opinión inicial sabiendo fehacientemente que iba a haber elecciones en mayo.
Los comunes están muy enojados con Esquerra y con Aragonès por su oposición a que se incorporaran al equipo de gobierno del ayuntamiento de Barcelona. Para Ada Colau, que ya ha puesto en marcha su maquinaria para las municipales de 2027, que los comunes formen parte del gobierno de Jaume Collboni es una prioridad. Pero todas sus llamadas no han sido atendidas hasta el momento. La votación de los presupuestos era una manera de mostrar su irritación. Por su parte, Junts también ha debatido en los últimos días qué hacer con los presupuestos, sobre todo porque el adelanto electoral les coge en un momento complicado: sin haber designado el candidato y sin haber desarrollado el esquema de un programa electoral consistente para recuperar antiguos votantes. Ello, en un momento de la política catalana en que el eje motriz de las elecciones estará también en la gestión, y Junts está, en estos momentos, fuera de la práctica totalidad de todas las maquinarias de gobierno.
También ha pesado en los análisis del adelanto de los comicios un hipotético retorno electoral del president en el exilio, Carles Puigdemont. Aunque los jueces harán lo que quieran con la ley de amnistía, el impacto electoral que podría tener su vuelta estaba y sigue estando envuelto en la incertidumbre. En este punto, los intereses de Esquerra y del PSC tienden a converger: mejor Puigdemont fuera de una lista electoral y haciendo campaña en Catalunya. El 12 de mayo, no habrá ley de amnistía, que estará aún en tramitación legislativa. Con todo, Puigdemont ha revalidado un primer movimiento señalando inmediatamente que al próximo debate de investidura del president de la Generalitat él podrá estar presente. Nada más, pero suficiente.
Los intereses de Esquerra y del PSC tienden a converger: mejor Puigdemont fuera de una lista electoral y haciendo campaña en Catalunya
¿Cabe pensar que Puigdemont encabezará la lista y se presentará en Catalunya una vez se celebre el debate de investidura? ¿Puede incluso venir antes, sin la ley aprobada, y correr el riesgo de pasar un tiempo en prisión forzando así la aplicación de la ley de amnistía? ¿Cuál va a ser su jugada? El president en el exilio no se suele caracterizar por movimientos conservadores y lejos de su pensamiento debe estar, en estos momentos, optar por la comodidad. Más bien creo que todo lo contrario.
Y, desde luego, en la decisión de Aragonès de adelantar las elecciones al 12 de mayo ha pesado también la sequía que padece Catalunya. Pese al episodio de esperada lluvia y nieve del pasado fin de semana, la perspectiva de un verano muy problemático, sobre todo, para el sector turístico, que, incluso podría derivar en restricciones para el consumo de agua de boca, posiblemente haya alejado de los cálculos de ERC una convocatoria electoral en otoño. La crónica falta de inversiones para atajar las consecuencias de la emergencia hídrica no saldrá gratis en ningún caso. Para nadie.
Quien sí que es ya un damnificado claro de la convocatoria electoral es el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez. A todos los problemas que tiene, se añade de manera irreversible que se la han caído los votos necesarios para aprobar los presupuestos generales del Estado para este año. No habrá cuentas públicas en su primer año de mandato en la presente legislatura, algo que veremos si es capaz de superar con los líos añadidos que tiene, relacionados con la corrupción socialista. Pero tampoco le va a quedar margen alguno para aprobar las cuentas de 2025, ya que, en función de los resultados de las catalanas, alguno de los dos socios imprescindibles que necesita aritméticamente para seguir gobernando, Junts y Esquerra, corre un serio riesgo de quedar fuera del próximo gobierno catalán. Dicho de otra manera, el aliciente para mantener a Sánchez en la Moncloa se acercará bastante a cero. Sin comerlo ni beberlo, al presidente del Gobierno se le ha evaporado el año de transición que tenía, si las elecciones al Parlament se mantenían con el calendario previsto, febrero del 2025. Por si Sánchez no tenía ya bastantes problemas.