La prensa francesa se sorprende del apoyo de Ciudadanos y Manuel Valls a Ada Colau; el presidente de la República dice sentirse contrariado por las alianzas del partido naranja de Albert Rivera con Vox en múltiples municipios españoles para desbancar, conjuntamente con el PP, a los socialistas de numerosas alcaldías. El influyente periodista comunitario Jean Quatremer ha escrito en el diario Libération que la continuidad de Ciudadanos en el grupo Alde (ahora denominado Renovar Europa) en el Parlamento Europeo está en peligro por sus acuerdos con Vox.
Ciudadanos, la gran esperanza de las élites españolas hace muy poco tiempo, empieza a ser un problema. Mientras en Madrid les aprietan para que se alineen con las derechas si suman, por muy extremas que estas sean, y con el PSOE si no hay más remedio, para que los socialistas no se decanten por Podemos, en Europa estos juegos domésticos están bastante mal vistos. Y es que las cancillerías europeas no distinguen entre Vox y el Frente Nacional francés, por poner un ejemplo: forman parte de la misma familia de ultraderecha. Y las contorsiones políticas de Rivera, pensándose que conseguirá engañar a todo el mundo, empiezan a ser devastadoras para su formación.
Las imágenes de este fin de semana, los titulares de prensa o la red que ha tejido Vox hasta dejarlos sin oxígeno si querían retener poder municipal han hecho estragos suficientes para que a medio plazo Ciudadanos tenga más de un problema. Vox ya ha entrado en las instituciones y lo ha hecho con una normalidad que parecía difícil hace unos meses. Su poder, aún embrionario en muchos sitios, se dejará notar como ya se ha visto en la Junta de Andalucía blanqueando los presupuestos.
Y es que nadie da votos gratis porque sí, por más que lo propague la alcaldesa de Barcelona.