Conocí a Pep Guardiola unos meses después de que aterrizara en julio de 2008 en el banquillo del Fútbol Club Barcelona y cuando su aura de mejor entrenador del mundo no estaba ni tan siquiera encima de la mesa. Fue a través de un amigo común que almorzamos juntos y la conversación acabó siendo un toma y daca: yo quería hablar de fútbol y él de periodismo. Como comprobé después en otras citas que recuerdo bien, Guardiola siempre se salía con la suya y acabábamos hablando de los diarios y de la información. También de la desinformación que a veces se practicaba impunemente desde algún diario deportivo de la ciudad. Despectivamente, se ha dicho siempre que Guardiola leía y que era amigo del poeta Martí i Pol. No era el icono mundial que es ahora pero había que escucharlo no solo cuando hablaba de fútbol sino también de periodismo. Y de país. No es un hombre de partido pero sí es el prototipo de la imagen de una determinada Catalunya que bien podríamos definir como la que dijo basta después de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut d'Autonomia.
Con este espíritu se sumó a la candidatura de Junts pel Sí en septiembre del 2015 y participó en alguno de los actos previos del referéndum del 1 de octubre y por ello la Guardia Civil lo incorporó en un informe remitido al juez Pablo Llarena del Tribunal Supremo. El delito, leer el manifiesto a favor del referéndum en el acto celebrado en Montjuïc en junio de 2017 convocado por la ANC, Òmnium y la Associació de Municipis per la Independència (AMI). Aquel Guardiola debutante en el banquillo del Barça es hoy sin discusión el mejor entrenador del mundo y el principal referente global catalán. Por eso, Guardiola escuece y por eso cada palabra de Pep hablando de la situación política de Catalunya es una bofetada al gobierno español.
El entrenador comparece habitualmente con su lazo amarillo pidiendo la libertad de los presos y denunciado el marco de libertades existente en España en un país tan importante como el Reino Unido. Por eso, cuando a Guardiola le preguntan por la prisión de los Jordis, de Oriol Junqueras y de Quim Forn afirma que "no se lo merecen" y que "asusta porque te puede pasar a tí". Muchos lo piensan, más allá de los independentistas, pero Guardiola tiene las páginas de todos los diarios abiertos y los informativos de radio y de televisión. Por eso, cuando Guardiola habla no solo dice verdades como puños sino que hace daño a los defensores de la represión contra el independentismo al precio que sea. A los del a por ellos como la única acción política para tratar de acabar con más de dos millones de votos en las urnas y con la mayoría absoluta del Parlament. Por eso, desde hace años, lo quieren silenciar siempre los mismos.