Superada la bofetada electoral del pasado 21 de diciembre y la constatación de que los cuatro años de la próxima legislatura habrá una mayoría independentista en el Parlament, el unionismo se ha puesto a trabajar, todo hay que decirlo, con enormes ganas para demostrar que no da la batalla por perdida. De ahí el intento de presentar como algo natural que, como fuerza ganadora de las pasadas elecciones, le toca la presidencia del Parlament a Ciudadanos. Volveré en seguida a esta petición, pero un apunte colateral: ¿seguro que el independentismo sabrá sacar partido a los 70 diputados de los que dispone? ¿Las rencillas van a durar muchos días más?
Ciudadanos sabe que no tiene opciones para obtener la presidencia del Parlament, pero es legítimo que trate de explotar las contradicciones de los ganadores. Lo hizo, en otras circunstancias, el PP de Alejo Vidal-Quadras en 1995, y acabó la presidencia de la Cámara catalana en manos del socialista Joan Reventós. Todos contra CiU: PSC, PP, Esquerra e ICV, de acuerdo en un candidato que terminara con la hegemonía pujolista que acababa de perder la mayoría absoluta. Las circunstancias de ahora son otras, pero este es el único caso en que la oposición se hizo con la presidencia del Parlament.
¿Cuál es entonces la jugada de Mariano Rajoy? En primer lugar, no dar ninguna batalla por perdida y aprovecharse de las incertidumbres que hay sobre si los diputados electos que están en prisión, tres, y los cinco que están el el exilio, en total ocho escaños, podrán llegar a votar. Los 70 quedarían en 62 frente a un bloque teórico de 65 parlamentarios, contando a los comuns. Ningún unionista cree factible que el president o la presidenta del Parlament no sea independentista, pero en las actuales circunstancias se puede enredar y mucho.
Y es ahí donde entran en juego los comuns: los independentistas los quieren sumar a su causa y los unionistas, también. Los segundos, llegado el caso, estarían dispuestos a darles la presidencia, si pudieran; los primeros, en ningún caso. Pero en estas negociaciones que se abrirán, quién sabe si le arrancan a Junts per Catalunya, Esquerra y la CUP un puesto en la Mesa del Parlament que no les corresponde, ya que del resultado el 21-D se desprende: dos puestos para JuntsXCAT, dos para ERC, dos para Cs y uno para el PSC. O sea, cuatro independentistas, tres unionistas. Un puesto para los comuns desequilibraría esta ecuación en sentido contrario y los independentistas se quedarían con tres puestos de siete, o sea, sin la mayoría absoluta.
Con los resultados del 21-D sería todo un bingo y por en medio hay calendarios judiciales y demás. Y, suspendido el Govern, decapitada la autonomía, ¿quién convoca la reunión constitutiva del Parlament para elegir la presidencia y los miembros de la Mesa? Mariano Rajoy. ¿En qué plazo? Antes del 23 de enero, que es la fecha límite. Antes, el vicepresident en funciones Oriol Junqueras y diputado electo comparecerá ante la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, a la que ha recurrido la prisión preventiva, y el día 11, los también diputados electos Joaquim Forn (conseller) y Jordi Sánchez (presidente de la ANC), así como Jordi Cuixart (presidente de Òmnium) comparecerán ante el juez Llarena, que instruye la causa. De estas dos vistas depende la libertad de todos ellos.