Por más que se había dicho, sin base real alguna y reiteradamente, que los presupuestos de la Generalitat estaban a punto de ser aprobados desde hace varias semanas, al menos desde noviembre, y que la luz verde era cuestión de días, no ha sido hasta este jueves que ha habido una primera prueba concreta de que el Govern puede sacar adelante las cuentas públicas. Ha sido necesario para ello que Esquerra Republicana asumiera la contradicción de desencallar el proyecto de la B-40, conocido como la Ronda del Vallès, una infraestructura a la que se oponía con una beligerancia total, si no quería que los presupuestos naufragaran irremediablemente. El propio president Pere Aragonès ha pilotado este cambio de rumbo y, como consecuencia de ello, el Parlament ha acabado votando una iniciativa legislativa en este sentido.
Veremos en unos días si este movimiento de ERC, sin duda costoso para ellos aunque necesario, es suficiente. En cualquier caso, rebajó y mucho la tensión entre los republicanos y el PSC de Salvador Illa, en una jornada de guante blanco entre ambas formaciones y que supondrá que, a partir del lunes, se reanuden las conversaciones entre ambos partidos, que estaban bloqueadas. Los presupuestos, o mejor dicho la negociación presupuestaria, sale, ahora sí, de boxes, para completar la carrera y tratar de llegar a la meta, que no es otra que el acuerdo definitivo. Esquerra ha movido pieza, eso es evidente, y ha sacrificado algo más que un peón: ha calcinado literalmente al conseller de Territori, Juli Fernàndez, ex alcalde de Sabadell y uno de los líderes del Vallès radicalmente en contra de la B-40 ya que después de décadas estando detrás de la pancarta de rechazo a esta infraestructura asume el compromiso de realizarla. No reconocer el gesto político sería de una gran miopía, aunque ERC no haya tenido más remedio que hacerlo dado que el Govern solo cuenta con el exiguo apoyo de 33 diputados en el Parlament.
Pero insisto, a la negociación, para que quede cerrada, le falta algo más que unos flecos por resolver. Este mismo compromiso público adquirido por el Govern sobre la Ronda del Vallès se tendrá que poner por escrito en la ampliación del aeropuerto de El Prat y en la construcción del Hard Rock, el complejo turístico de Tarragona, para que la negociación no vuelva a descarrilar. Pero es evidente que si se ha desbloqueado el cuarto cinturón, que emergía como la madre de todas las batallas, ya que no podía haber un acuerdo que satisficiera a ambas partes, ERC y el PSC, El Prat debería ser mucho más fácil y el Hard Rock no ocupar muchos minutos puesto que el pacto ya existía. Salvador Illa ha dado algunas pistas en esta dirección y ha hablado del documento entregado al Govern el 28 de diciembre y de los escollos que en algunos apartados aún levanta sarpullidos en el Ejecutivo catalán.
El president Aragonès ha ganado una batalla importante dentro de su partido frente a otros dirigentes que basculaban, en la actual tesitura, más hacía la prórroga presupuestaria. El propio Oriol Junqueras ha llegado a explicitar públicamente, en algún momento, que tampoco era una mala opción. Otros, lo han hecho únicamente en privado. El hecho de que este fin de semana Esquerra Republicana celebre la segunda parte de su congreso, centrado en la ponencia política, y el PSC reúna su consell nacional ayudará a visualizar los próximos pasos de ambos partidos. Pero no será hasta el lunes que se podrá tener la garantía de que el guante blanco de estas últimas horas entre ERC y PSC va en la dirección de una aprobación de los presupuestos, como ambos explícitamente han apuntado desear, o, por el contrario, se vuelve a la pantalla anterior y de la que ha costado tanto salir.