Hay tantos ejemplos de cómo los tribunales europeos están enjuiciando a los líderes independentistas y cómo lo está haciendo la justicia española que solo desde una atávica superioridad, no basada en la defensa de la legalidad sino en la manera como el Reino ha resuelto siempre los conflictos, cabe entender la ofuscación con la que actúan. El último gol de los eurodiputados Carles Puigdemont, Toni Comín y Clara Ponsatí ha venido de la mano del Tribunal General de la Unión Europea, que ha paralizado provisionalmente la suspensión de su inmunidad parlamentaria, y vuelven a tener plena libertad de movimientos... excepto en España, donde serían detenidos si pusieran un pie y la policia se acabara enterando.
Con esta decisión, el Tribunal de Luxemburgo atiende la reclamación de los tres eurodiputados catalanes y deja sin efecto la resolución del Parlamento Europeo del pasado mes de marzo, una vez se aprobó el suplicatorio que había solicitado el Tribunal Supremo. Vale la pena recordar que la votación de la Eurocámara arrojó un resultado ajustado de solo 400 votos a favor de los casi 700 diputados que participaron y todo ello después de fuertes presiones de la diplomacia española. También este miércoles, unas horas antes de conocerse la decisión del TGUE, el Tribunal Constitucional había avalado la sentencia del Tribunal Supremo al presidente de Òmnium, Jordi Cuixart, y al entonces máximo dirigente de la ANC y ahora secretario general de Junts, Jordi Sànchez, lo que abre el camino de la justicia europea.
Es normal que el independentismo se sienta aliviado cuando su caso cruza la frontera de la Jonquera. Y es que lo que aquí acaban siendo siempre atropellos judiciales en otros países de la UE son la mayoría de las veces victorias inapelables. Es cierto que la recuperación de la inmunidad parlamentaria de Puigdemont, Comín y Ponsatí por parte del Tribunal General de la UE es provisional, ya que no se ha entrado en el fondo de la cuestión. Son unas medidas cautelares hasta el fallo definitivo. Pero tan cierto es esto como que es la primera vez que acontece algo similar ante una inmunidad levantada por el Parlamento Europeo. Y eso quiere decir que el tribunal de Luxemburgo ha visto un caso sólido en las alegaciones que han presentado.
No es una cuestión menor, ya que su escrito para pedir que se les devuelva la inmunidad perdida se basa en una serie de alegaciones que tienen un único mensaje: sufren persecución política por parte del Estado español. Ganar las cautelares ha sido una victoria que no estaba ni mucho menos en el guion de las cosas seguras que tenían que pasar en Luxemburgo. De hecho, casi es ya una media victoria en la resolución de fondo, que ahora ha situado definitivamente en el foco un caso que no era nada fácil.
Pero volvamos a las diferencias entre la justicia europea y la justicia española, que son, como se ve tan a menudo, la noche y el día. Solo cuando los nueve expedientes de los presos independentistas lleguen a Europa se podrá ver brotar una brizna de esperanza frente a tan larga injusticia de prisión.