Aunque el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, había acusado al president de la Generalitat, Carles Puigdemont, antes de su conferencia en Madrid de acudir a la capital española a realizar un chantaje intolerable, lo cierto es que la intervención del presidente catalán fue sobre todo una mano abierta a la negociación y al pacto. Nunca antes un movimiento político como el del independentismo catalán ha acudido tantas veces y con una mayoría política y social tan amplia para recibir una y otra vez del presidente español de turno la misma respuesta: el referéndum es ilegal y ningún gobierno lo pactará nunca. Este lunes, no fue diferente. Y, sin embargo, las conferencias del president Puigdemont, del vicepresident Oriol Junqueras y el conseller Raül Romeva en la sala cedida por la alcaldesa Manuela Carmena no dejaron ningún resquicio a que el referéndum sea guardado en el cajón de las promesas hasta una situación política más favorable.
No era un chantaje sino un aviso. No era una amenaza golpista sino la decisión de la mayoría de los diputados del Parlament. En muy pocas líneas de su intervención de nueve folios aparece recogido el espíritu de la conferencia de Puigdemont y su compromiso público: "Pero que no quepa ninguna duda de que, si no se articula una propuesta por ausencia de voluntad del gobierno español, el compromiso del gobierno de Catalunya con su pueblo es democráticamente inviolable. Celebraremos el referéndum y será a partir de entonces cuando ofreceremos una propuesta de diálogo y negociación. Pero el objetivo ya no será celebrar el referéndum sino invitar al Estado español a implementar sus resultados y a contribuir a la transición del nuevo Estado catalán".
Su discurso era también una respuesta a la única política realizada por el Gobierno español hasta la fecha, que ha sido instar a la fiscalía a la judicialización del proceso catalán. Puigdemont, Junqueras y el Govern son conscientes del envite y no van a dar un paso atrás. La pelota ha empezado a rodar a una velocidad importante y ya no va a haber tiempo para que se baje del tren ninguno de los pasajeros del movimiento independentista. A la vuelta de Semana Santa, cuando se perfiló la estrategia del independentismo para los próximos meses, eso quedó más que claro. El Govern se ha encargado a través de un trabajo discreto en Madrid con las embajadas o a través de las delegaciones de la Generalitat en el extranjero de hacer saber su determinación con el referéndum el próximo mes de septiembre. Pactado, si es posible, en primera instancia. Pero referéndum sí o sí.