En un fin de semana incruento y con múltiples bajas en el establishment del PDeCAT, los presidents de la Generalitat Carles Puigdemont y Quim Torra han tomado las principales fortalezas de la formación y, esta vez sí, han desbancado a los elementos hostiles con su política independentista. Las listas en Madrid, Parlamento Europeo y Ayuntamiento de Barcelona son un triunfo claro y rotundo de la línea más independentista de la formación que nació para sustituir a Convergència Democràtica y que ha tenido en solo tres años una vida enormemente convulsa. Cuatro son las novedades más significativas: en primer lugar, la decisión del president Puigdemont de ser candidato al Parlamento Europeo y, en la práctica, enfrentarse al que fuera su vicepresident Oriol Junqueras; en segundo lugar, el importante papel de los presos de Junts per Catalunya, que encabezan tres de las cuatro listas al Congreso de los Diputados; la salida del Govern de dos pesos pesados como la consellera Elsa Artadi, hacia el Ayuntamiento de Barcelona, y Laura Borràs, tras Jordi Sànchez, camino de las Cortes españolas; y, finalmente, la marginación de los responsables del grupo parlamentario en Madrid, Carles Campuzano y Jordi Xuclà, que quedan fuera de las listas.
Si en las elecciones catalanas del pasado 21 de diciembre, Puigdemont ganó la batalla y elaboró las candidaturas de Junts per Catalunya dando un paso al frente y aceptando ser candidato al Parlament, en esta ocasión ha vuelto a repetir la jugada. Los alcaldes escogidos en 2015 en candidaturas de Convergència i Unió querían, en su inmensa mayoría, contar con el president exiliado en Bruselas como su gran activo electoral el 26 de mayo. Él se ha estado resistiendo durante mucho tiempo a esta posibilidad y la ha ido descartando reiteradamente cada vez que se le formulaba la pregunta. Entre otros motivos, no el único, porque apostaba por una lista conjunta del independentismo a Europa y después para no confrontarse con Junqueras en las urnas, una batalla en muchos aspectos dolorosa para muchos sectores del independentismo. Parece evidente que las dos razones han quedado amortizadas en las últimas semanas fruto de las desavenencias que han tenido y cuyo ejemplo más claro ha sido su negativa a firmar un artículo conjunto en uno de los grandes diarios europeos al hilo del juicio que se está celebrando en el Tribunal Supremo.
El president Torra, que por primera vez ha tenido un papel activo en un proceso de confección de candidaturas, sacrifica dos piezas, Artadi y Borràs, de su máxima confianza y que le han sido leales desde el primer momento, a cambio de tener un mayor dominio del tablero global de la política catalana e interlocución en Madrid y en el otro lado de la plaza de Sant Jaume. En un máximo de una o dos semanas se tendrán que producir los relevos en Presidència y Cultura y también en Justícia, donde su consellera, Esther Capella, tiene previsto acompañar a Ernest Maragall. En el primero de los casos, la apuesta sigue siendo la alcaldesa de La Garriga, Meritxell Budó, que acaba de cumplir 49 años, es de la máxima confianza de Puigdemont y de Jordi Turull, cesado por el 155 siendo conseller de Presidència. En Cultura deberá ser una mujer, igual que en Justícia, si no se quiere rebajar el papel de las mujeres en el Govern.
Aunque hasta la fecha el Govern ha estado blindado de las refriegas entre los dos grandes partidos del independentismo, habrá que ver cómo sacuden el statu quo actual los procesos electorales. Torra y Pere Aragonès tienen un importante papel a hacer si quieren alargan al menos hasta 2020 las elecciones al Parlament de Catalunya. En cualquier caso, la confección de las listas y la disputa por un espacio común en tres procesos electorales hace prever momentos de tensión importantes. ¿Cuánto? Lo veremos con el tiempo.