Han tenido que pasar más de siete años para que el que fuera durante 23 años president de la Generalitat y después durante otros 11 tuviera el tratamiento de expresident y el reconocimiento de Molt Honorable regresara al selecto club de expresidents de la Generalitat. Jordi Pujol i Soley salió este lunes de su ostracismo, en parte voluntario, a sus 91 años, para participar en un acto público organizado por el Govern en el paraninfo de la Universitat de Barcelona junto a los cuatro expresidents con actividad pública: José Montilla, Artur Mas, Carles Puigdemont y Quim Torra. Tan solo faltó el expresident Pasqual Maragall, alejado, por razones obvias, de cualquier actividad pública a raíz de su enfermedad. Previamente, hubo otra mesa redonda con eurodiputados de anteriores legislaturas, como Oriol Junqueras, Concepció Ferrer, Joan Colom y también Toni Comín, por videoconferencia.
La iniciativa de la consellera de Acció Exterior, Victòria Alsina, de reunir a los expresidentes en una mesa redonda en el marco de la Conferencia sobre el Futuro de Europa tuvo más de simbólico que de político. Permitió, no obstante, trazar una idea compartida de la defensa del europeísmo de todos los inquilinos del Palau de la Generalitat. Cada uno, en función de su época, con matices respecto al papel de las instituciones europeas: del europeísmo imprescindible de los años ochenta de Jordi Pujol y más tarde José Montilla ―que intervino con un mensaje grabado debido a compromisos en Madrid― a la indiferencia de las instituciones europeas con las demandas políticas de Catalunya en las etapas de Mas, Puigdemont ―que participó por videoconferencia desde Bruselas― y Torra.
Como era más que previsible, Pujol fue el centro de atención y el que se llevó los mayores aplausos en un entorno, mayoritario, predispuesto a reivindicar su etapa como president y la energía con que defendió Catalunya en el exterior. Es obvio que la situación judicial del expresident durante estos últimos años limita absolutamente su actividad y su presencia pública en actos, que tiende, por costumbre, a no aceptar. Pero también es verdad que en los últimos tiempos se ha ido produciendo una cierta recuperación de su legado en su espacio político. Muchas veces, en actos de pequeño formato pero sin los cuales no hubiera sido posible el salto institucional de este lunes, al que solo faltó el president Pere Aragonès, que participaba a la misma hora en un acto de celebración del X aniversario de la Filmoteca del Raval.
Pujol, que no tiende a dar puntadas sin hilo pese a la edad, quiso manifestar su simpatía, afecto y agradecimiento al president Puigdemont por su acción sostenida en Europa. Un gesto significativo, nada gratuito y desde posiciones políticas con algunas discrepancias, como él mismo se encargó de señalar. De hecho, en el debate entre los expresidents quedó claro que Europa quizás no había sido la ayuda que se esperaba en el terreno político, pero, en cambio, sí en el terreno judicial. El que, hasta la fecha, se ha demostrado infranqueable para el estado español en todas las órdenes de extradiciones que ha formulado y que ha permitido al exilio poder seguir realizando acción política sin ninguna cortapisa y en libertad.