Desde las cero horas de este lunes, la Guardia Civil está autorizada para entrar en el Museu de Lleida y trasladar las 44 piezas que Sijena reclama y a la que el juzgado de Huesca le ha dado la razón. La actitud del Ministerio de Cultura favorece los intereses de Aragón y perjudica los de Catalunya. Eso no sería un problema si la Generalitat no estuviera intervenida y el conseller del ramo pudiera mantener vivo el litigio o simplemente forzar un retraso en la entrega de las obras, ya que por en medio hay suficientes demandas judiciales para evitar una entrega precipitada que solo acabaría dañando las piezas museísticas.
El hecho de que el traslado de las obras de Sijena impacte directamente en la campaña electoral es una buena noticia, ya que coloca a cada uno en su sitio en el peor momento, cuando los partidos se están disputando un puñado de votos que, al final, pueden ser decisivos en unos comicios que se están disputando a cara de perro. Los partidarios del 155 ven como la actuación del ministro Íñigo Méndez Vigo de lavarse las manos les hace trizas cualquier declaración de oposición al traslado de las obras, mientras proclaman una y otra vez que este artículo de la Constitución no tiene nada que ver con Sijena.
La cuestión es que por más que lo proclamen saben que es mentira. Cuando tú entregas las llaves de la Generalitat a aquellos cuya prioridad es convertirla en una autonomía pequeña, con las mínimas competencias posibles, sin recursos económicos para realizar cualquier actividad política, el resultado final no puede ser otro. El 155 ha expulsado al Govern de sus puestos y ha enviado al president y a los consellers al exilio o a la prisión. ¿En qué momento pensó el alcalde de Lleida que el ministro Méndez Vigo velaría por las obras de Sijena como lo haría un conseller de la Generalitat? Ya lo dice el refrán, poner el zorro a cuidar las gallinas no puede ser nunca un buen negocio. Y hacer de comparsa de la supresión de la autonomía catalana acaba produciendo destrozos previstos, y también de imprevistos.