Tales de Mileto, considerado uno de los siete sabios de la Grecia antigua, que fue una eminencia de la filosofía, las matemáticas, la geometría y la física, y también legislador, decía que “la cosa más fácil del mundo es hablar mal de los demás”. El diputado Gabriel Rufián cruzó este miércoles el umbral de cosas que no son aceptables al calificar de "rata" a un diputado de Junts per Catalunya, Josep Maria Cruset, después de que este hubiera destacado que partidos como Esquerra Republicana, Bildu y los comunes votaron en contra de una ley impulsada por Junts contra las ocupaciones ilegales. “Cada uno que saque su conclusión”, escribía Cruset en un tuit. Rufián se revolvió con otro tuit con un emoticono de una rata. Hasta aquí los hechos.

Siempre he sido más partidario de la crítica mordaz y directa que del parlamentarismo melifluo y aburrido, en el que las cosas se dicen, pero nunca se acaban de decir. Desde ese punto de vista, el parlamentarismo inglés es casi siempre —también ha ido perdiendo nivel con los años— una escuela para los que se quieren dedicar a la política. No es la primera vez que Rufián se mete en un charco similar. En junio de 2022 llamó "tarado" al president Puigdemont y se disculpó, presionado por el president Aragonès; ese mismo año, a raíz de informaciones —falsas— sobre las relaciones entre Puigdemont y Rusia, dejó otra frase polémica:  “Eran señoritos que se creían James Bond”.

Pero dibujar una rata a la hora de referirse a un diputado de un grupo político con el que tú estás en confrontación permanente, mientras tu líder busca establecer una relación mucho más estrecha con ese mismo grupo, es tirar piedras a tu propio tejado. Al menos, al de Esquerra, que, por cierto, cumple en estas horas sus 94 años de existencia. Decía el dramaturgo británico Oscar Wilde que “El hombre nunca es sincero cuando interpreta su propio personaje. Dale una máscara y te dirá la verdad”. En estos años, Rufián, diputado de Esquerra desde el año 2016 y portavoz en el Congreso a partir de 2019, ha construido un personaje, elogiado por unos y criticado por otros, y sobre todo muy mediático... en Madrid. Sus redes sociales son un exponente de ello: más de un millón de seguidores en la red X, antigua Twitter. Su imagen política, sin embargo, y su influencia en la política española no ha sido la misma desde las elecciones españolas de julio de 2023, en que la lista que él encabezaba retrocedió de trece diputados a siete, los mismos que tiene Junts, que pasó de cuatro a siete escaños. Fue candidato a la alcaldía de Santa Coloma de Gramenet en mayo de 2023 sin lograr su objetivo y abandonando el acta de concejal el pasado mes de enero. 

Si hablaran algunos presidentes del Ibex sobre lo que se les ha pedido, Rufián no podría desmentirlos

Esta situación de empate en Madrid y las necesidades de Pedro Sánchez a la hora de completar mayorías parlamentarias han dado lugar a un escenario político sustancialmente diferente en el Congreso de los Diputados. Los votos de Junts parecen valer más, aunque aritméticamente valgan lo mismo, y ello es debido a varias razones. Por un lado, la situación de tensión en las negociaciones que practica Junts no es la de ERC. Pero también es importante que el partido de Carles Puigdemont ha triangulado con PP y Vox (a veces también con la ayuda del PNV) en algunos temas económicos, como el rechazo al impuestazo a las energéticas, el decreto ómnibus, la reforma del subsidio de desempleo, la deflactación del IRPF para impedir la aprobación en el pleno del Congreso o la admisión a trámite para modificar la Ley de Arrendamientos Urbanos y limitar el alquiler de temporada y habitaciones. Esta última situación aún ha exacerbado más la guerra entre Esquerra y Junts, señalándose mutuamente. Los primeros acusando a los segundos de alinearse con la derecha y ensayar acuerdos de futuro y estos últimos exagerando lo fácil que le resultaba a Sánchez tener los votos de Esquerra.

Una última reflexión sobre un tema tan candente como colocar o no colocar representantes de un partido en empresas públicas o privadas del Ibex. Este es un debate interesante, aunque esté planteado con el dedo acusador de Rufián al señalar lo siguiente desde su escaño en el Congreso: “Señalo directamente la derecha catalana, los que se aprovechan. Imagine la impunidad mediática y digital que tiene esta gente para machacarnos por negociar el traspaso de Rodalies mientras meten sus amiguitos en el consejo de administración de Renfe”. Este es un terreno pantanoso, ya que Junts, pero también Esquerra, están intentando colocar el máximo de miembros posible. Si hablaran algunos presidentes del Ibex sobre lo que se les ha pedido, Rufián no podría desmentirlos. Y que conste que siempre he sostenido que estar o no estar en los consejos de Administración tiene mucho que ver con el objetivo final. ¿Se puede estar en Aena para tener acceso a una información que afecte a los aeropuertos catalanes y que si no fuese así no se tendría? Sí. ¿Se puede estar en Aena para votar en contra de los intereses que el partido que te ha colocado defiende? También. ¿Se puede estar en un consejo de administración por cobrar un sueldo y mirar hacia otro lado cuando chocan intereses de tu partido y de la empresa? Entonces, mejor irse.