La decisión de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras de presentar oficialmente el próximo día 24 en la sede del Parlamento Europeo el referéndum catalán supone el mayor salto de escala del independentismo desde que anunció su celebración para el próximo mes de septiembre. Marca también un cambio de registro del gobierno catalán que mantendrá la mano abierta a la negociación con el gobierno español pero que ya ha comprobado una vez más que Mariano Rajoy no lo piensa autorizar. La elección de Bruselas como la capital internacional en que se haga efectivo el compromiso con el referéndum tiene un mensaje claro: Catalunya quiere seguir formando parte de la Unión Europea.
No debe pasar por alto que será este acto en el Parlamento Europeo el primero de la legislatura en que Puigdemont y Junqueras –también estará el conseller d'Exteriors, Raül Romeva– compartirán protagonismo ya que, como es normal, ambos tienen agendas institucionales y de partido diferentes. Ambos quieren, sin duda, simbolizar con este acto conjunto desde la cohesión del Govern hasta la mayoría política y social que lo apoya. Todas las encuestas reconocen que el consenso sobre el referéndum es muy alto en Catalunya y, en cualquier caso, por encima del 75%, un porcentaje que debería haber hecho reflexionar al gobierno español y forzado a abandonar su permanente inmovilismo cuando no la judicialización de todo el proceso.
El Parlamento Europeo va a servir de caja de resonancia de la intolerancia del gobierno español a una demanda muy amplia e insistente de la sociedad catalana. Es obvio que no asistirán representantes gubernamentales de los países de la Unión Europea, pero la batalla de la opinión pública internacional no se dirime en estos momentos ni en el seno de la Comunidad Europea ni en las cancillerías de los 28 países países miembros del club de la UE. Es una batalla, sobre todo, explicativa de la negativa del Gobierno a que se celebre el referéndum y de la voluntad de las autoridades catalanas a llevarlo a cabo en medio de procesos judiciales para inhabilitar a políticos independentistas y de intentos de coacción a los Mossos d'Esquadra. De ahí, también, la importancia de Bruselas.