En pleno debate sobre los indultos parciales y reversibles que el gobierno español está intentando enfriar lo máximo posible, falto como está de algo tan difícil de encontrar hoy en día como es el coraje político, la ministra de Derechos Sociales y candidata a liderar Podemos, Ione Belarra, ha mentado la bicha y ha sembrado el miedo, el pánico, en el cuerpo del PSOE: el president Puigdemont debería poder regresar a España sin ser detenido, "ya que lo contrario sería una incongruencia de tamaño descomunal". Han salido todos los que han podido desde el PSOE a apagar el incendio mediático y político provocado por Belarra, pero el fuego ya avanzaba incontrolablemente.
La ministra ha abierto un debate que no está tan lejos que se empiece a producir: ¿Cuándo, cómo y en qué condiciones podrá regresar a Catalunya el president de la Generalitat en el exilio? Tanto la ministra portavoz del ejecutivo de Pedro Sánchez, la titular de Hacienda María Jesús Montero (PSOE) —que se apresuró a intentar cortar de raíz el debate, señalando que en lo que confía el Gobierno es que sea extraditado a España por las autoridades belgas para ser juzgado—, como el ministro de Transportes, José Luís Ábalos (PSOE), que diferenció el papel de los presos condenados como el del president y los miembros del Govern que se exiliaron en Bélgica y se alineó con su compañera de partido, sirvieron de inútiles cortafuegos. Tanto es así que no sé cuanto tiempo tardarán los equipos jurídicos de Puigdemont, Comín y Ponsatí en trasladar la posición tan clara de una ministra del gobierno de España a los tribunales de Bruselas, que se tendrán que pronunciar sobre las euroórdenes solicitadas por el Tribunal Supremo.
Pero vayamos por partes. ¿Está el gobierno español planteándose en serio facilitar el retorno de Puigdemont? La respuesta solo puede ser negativa. ¿Están los abogados del president analizando ya si esto va a ser posible y estudiando un probable calendario? Me atrevería a decir que, por primera vez, sí. No porque lo haya dicho Belarra, que, al menos, en el caso Puigdemont parece tener una opinión no muy diferente de la de Pablo Iglesias, al que va a sustituir. Sino porque la suma de la recuperación provisional de la inmunidad como eurodiputados —veremos si Luxemburgo la acaba convirtiendo en definitiva o no— y la aprobación de los indultos da una perspectiva mucho más amplia a la hora de abordar los diferentes escenarios.
Lo que hace unos meses quizás parecía una quimera a muchos años vista, igual está cambiando como un calcetín. A lo mejor, en un primer paso, aceptando España que la inmunidad para circular por todo el territorio de la Unión incluye también a España. Sería así de sencillo pero de un enorme valor y, para ello, solo tendría que alinearse con el resto de estados miembros de la UE. Consta que hay cancillerías apretando al respecto y están las ayudas europeas de los fondos Covid por en medio. A veces, en la letra pequeña no solo hay medidas económicas sino reconducción obligada de situaciones inaceptables. No será inmediato, pero cuando hoy preguntas a uno y a otro si será para Navidades, la respuesta ya no es la de antes sino que igual faltará un poco. Veremos.