El presidente del gobierno en funciones y candidato a la reelección iniciará la semana que viene, según ha anunciado él mismo, las consultas con los líderes del PP, Pablo Casado, Ciudadanos, Albert Rivera, y Unidas Podemos, Pablo Iglesias, para conocer los apoyos con los que cuenta para su nueva investidura. Hasta aquí, todo normal, ya que es lo lógico tras su victoria electoral del pasado domingo: recabar los apoyos necesarios para la mayoría suficiente para su investidura mientras huye como gato panza arriba de las presiones de la formación morada, que arde en deseos de incorporarse a su ejecutivo bajo la fórmula que sea.
Pero la aritmética, pese a que es muy favorable a Sánchez, es tozuda y tras la reunión con estos tres grupos lo que constatará es que tiene 165 diputados dispuestos a facilitarle la investidura y 123 en contra (a los que hay que añadir los 24 de Vox y la cifra se eleva 147) y, en consecuencia, le toca remar para completar los 176 que se necesitan para salir en primera vuelta con mayoría absoluta en su defecto o para llevar alguno de los grupos restantes a la abstención. Aritméticamente hablando, lo más fácil sería que este grupo fuera ERC, ya que con sus 15 escaños en el Congreso es una pieza importante para actuar como rótula en cualquier suma que los socialistas quieran hacer.
Por eso la propuesta del president del Parlament, Roger Torrent, invitando a Pedro Sánchez a ir a hablar con Oriol Junqueras a la prisión de Soto del Real, donde permanece recluido, puede provocar, como hemos oído estas horas, todas las risas que se quiera, pero como ganador de las elecciones en Catalunya y poseedor de 15 votos para la investidura algún socialista debería dar un paso adelante. No sucederá, obviamente, ya que el tan cacareado diálogo del que se viene alardeando está muy lejos de pasos como este. El mapa mediático madrileño siempre viendo golpistas por todos las esquinas, menos en su propio alrededor, no lo permitiría.
Pero lo cierto es que sin alguno de los votos de las diferentes formaciones independentistas que en total suman 28 entre catalanes, vascos y navarros los 178 que necesita Sánchez no saldrán. O sea, que ahora o más adelante, tendrá que ir a tocar a alguna de las puertas de las celdas o de los despachos de sus diputados electos.