Ada Colau ya es historia. Bienvenido, Xavier Trias. Con estas dos frases se resume una jornada electoral histórica en Barcelona en la que el consistorio de la capital catalana ha experimentado un vuelco total acabando con una etapa negra de ocho años en que la ciudad se ha ido haciendo pequeña y los problemas de los barceloneses cada vez más grandes con Colau al frente del Ayuntamiento. Llegó de malas maneras el 2015, a lomos de una campaña indigna contra Trias que ella alimentó propagando falsas acusaciones de cuentas en Suiza. Conservó la vara de mando en 2019, después de perder contra Ernest Maragall y maniobrando con el Upper Diagonal que disponía de un candidato como Manuel Valls dispuesto a hacer el trabajo sucio y pasar de presentarse como el garante contra la alcaldesa a regalarle los votos que necesitaba. Era urgente que Colau perdiera y poner punto final al declive de Barcelona y los barceloneses así lo han entendido en las urnas.
La victoria de Xavier Trias tiene múltiples lecturas y demuestra hasta qué punto la gente quería un candidato que hiciera del sentido común su principal baza. Trias ha hecho una campaña a la antigua usanza y en condiciones nada fáciles: con la gran mayoría de los medios de comunicación en contra —unos, porque era muy de Puigdemont y otros porque era demasiado poco—; con su partido distraído, enfangado en el caso Laura Borràs y robándole minutos de televisión y presentándose como un convergente con los pros y los contras que ello conlleva. Su victoria por más de 17.000 votos respecto al segundo y 2,6 puntos porcentuales es incontestable. No deberían intentarse maniobras para desbancarle de la alcaldía aunque la mayoría de PSC-comuns y Esquerra es posible. Pero tendría su guasa que el partido de Oriol Junqueras participara en una maniobra política de este estilo y más después del resultado que ha alcanzado en una noche electoral que lo menos que puede considerarse es pobre. En cualquier caso, de esto se empezará a hablar a partir de este lunes.
Una última consideración respecto a Junts per Catalunya: los alcaldes o candidatos que han mejorado sus resultados han sido aquellos que más defienden la cultura de gobierno, la seriedad y el pragmatismo, como por ejemplo Marc Castells en Igualada, Meritxell Roigé en Tortosa, Xavier Fonollosa en Martorell, Josep Maria Vallès en Sant Cugat o Laura Martínez en Vilassar de Mar. En cambio, el desastre ha sido absoluto en Girona, con la exconsellera Gemma Geis como candidata pasándole el PSC como un obús. O en Tarragona, con Jordi Sendra en quinta posición y superado por PP y Vox. A nivel simbólico, el secretario de organización de Junts, David Torrents, un hombre de Borràs que defendía un único concejal en Badalona, la cuarta ciudad de Catalunya, lo ha perdido al no alcanzar el 5%. Dejando Barcelona al margen, Junts no tiene concejales en la segunda ciudad de Catalunya, L'Hospitalet de Llobregat. Y, en la tercera, Terrassa, solo tiene dos. Así es muy difícil ser el partido central de Catalunya. Algunos y algunas deberían sacar alguna lectura de todo ello y no esconderse tras el éxito personal de Trias si quieren sacar el partido de la situación actual.
El gran éxito de estas elecciones en Catalunya es, sin duda, el del PSC, que obtiene cómodos resultados en Tarragona, Lleida y Girona que le otorgarán, seguramente, la alcaldía. Refuerza su resultado en el cinturón metropolitano y, en medio de los malos resultados del PSOE en España, los socialistas, de la mano de Salvador Illa, se convierten en un fortín para Pedro Sánchez. El PSC demuestra también que su victoria en las pasadas elecciones catalanas no fue flor de un día y que ERC y Junts están muy lejos de poder atraparle en unos próximos comicios autonómicos. Esquerra podrá esgrimir que ha ganado en concejales en Catalunya pero el PSC ha ganado en votos con Junts segunda.
Esquerra ha obtenido unos malos resultados. Sin paliativos. Así lo ha reconocido el propio Junqueras. Su política de ampliar la base en el área metropolitana ha acabado siendo un espejo roto, ya que la distancia entre ellos y el PSC se ha agrandado en la mayoría de municipios y se ha confirmado que el único trasvase en estas ciudades es entre Junts y Esquerra. No hay más. El mayor fracaso, por las expectativas que el partido había puesto, es el de Gabriel Rufián que tan solo ha mejorado un concejal en Santa Coloma de Gramenet, pasando de tres a cuatro, y no pudiendo evitar la mayoría absoluta de la socialista Núria Parlon que, además, la ha ampliado.
El PP logra la mayoría absoluta en Badalona de manos de Xavier García Albiol, que, en esta ocasión, no deberá estar pendiente de pactos. Su victoria es rotunda, ya que logra 18 concejales, cuatro más de la mayoría absoluta. El PP también mejora en Barcelona, donde Daniel Sirera dobla de dos a cuatro, una tónica que se repite en muchas ciudades. Junto a los resultados del PP, la irrupción de Vox refleja una realidad tozuda pero incuestionable: la derecha extrema existe y, a la vista de las municipales, tiene una base sólida para las españolas de diciembre. También la tiene el PSC tras los comicios locales de este domingo. Habrá que ver si Esquerra y Junts quieren hacer los deberes o presentarse a unos comicios tan trascendentales en paños menores y sin opciones.