La visita del presidente del Gobierno español a la Casa Blanca, preparada con esmero durante meses por los estrategas de la Moncloa para buscar la desaprobación de Donad Trump al referéndum del 1 de octubre en Catalunya, habrá que interpretarla como un jarro de agua fría a las aspiraciones de Mariano Rajoy. El presidente de Estados Unidos deslizó entre sus respuestas su vaticinio de lo que sucederá el domingo: "Creo que el presidente Rajoy dirá que no se votará, pero la gente se opondrá". Es, sin duda, mucho más de lo que podía esperar el Govern en un momento en que los responsables políticos van con un cuidado extremo en sus declaraciones. Cierto que también añadió que España es un gran país y tendría que permanecer unida, así como alguna otra frase similar. Pero ninguna de ellas tiene entidad suficiente para ocultar la periodísticamente más significativa: "La gente [los catalanes] se opondrá", a la decisión de Rajoy de impedir el referéndum.
En el mundo de la diplomacia un error es posible, dos errores son improbables y cuando se producen tres en muy pocos días es que exactamente se quiere decir lo que se ha dicho. El 13 de septiembre, la portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert, aseguró que EE.UU. "no interferirá" en el referéndum y que "trabajaremos con el gobierno que salga". Aquellas palabras, el Gobierno trató de borrarlas inmediatamente como una declaración aduciendo el desconocimiento de Nauert de la situación en Catalunya. Este lunes, la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, también fue interrogada sobre el 1-O, en este caso por la prensa norteamericana. Uno de los periodistas le preguntó: "En el caso de que el referéndum del 1 de octubre apruebe separarse de España y si aparece un país independiente, ¿Estados Unidos lo reconocerá? La portavoz recordó las palabras de Nauert y que los Estados Unidos trabajarían con cualquier gobierno o entidad que surgiera. Después de estas dos manifestaciones, ha venido la de Donald Trump de este martes. Unas palabras a las que en estos momentos, sin duda, ya se debe de estar tratando de aplicarles un típex informativo, como si nunca se hubieran pronunciado.
En cualquier caso, no solo Maduro fue "Madero" en la Casa Blanca en boca de Rajoy, sino que de las pocas preguntas de los informadores que se suelen producir en este tipo de briefing entre presidentes de gobierno, dos de ellas sean referentes al referéndum de Catalunya demuestra que la internacionalización del conflicto catalán es un hecho. Como se vio horas antes en Bruselas, cuando el portavoz de la Comisión Europea, Margaritis Schinas, fue sometido a un arsenal de preguntas relacionadas con Catalunya, en medio de las primeras críticas ante el silencio de la UE. Ya le pasó a Schinas el pasado jueves, cuando también tuvo que responder a una docena de preguntas sobre Catalunya sin salirse del guión oficial del marco constitucional.
Este es el menú político de Washington y Bruselas, muy lejos del español, centrado en la represión ante la jornada de votación. Con un expresidente del Gobierno como Felipe González afirmando que en los últimos 40 años lo que más le ha preocupado es la situación en Catalunya -¿Y los muertos en el País Vasco? ¿No le preocupaban más?-; y subdelegados del Gobierno despidiendo a los guardias civiles que se desplazan a Catalunya como si fueran a la guerra. Habíamos visto las despedidas en las casas cuartel de la Guardia Civil, pero, ¿era necesario ver también al subdelegado del Gobierno en Granada? La irresponsabilidad parece no tener límite.