Viene Ada Colau a explicarnos, y lo hace sin ruborizarse, que la Copa América de vela no era lo que ella se pensaba y que en un ejercicio de autocrítica, honestidad y transparencia, se tiene que hacer una auditoría externa para ver cuánto ha costado y qué es lo que se ha hecho mal. Lo dice, cinco minutos antes de dejar el acta de concejala y cuando fue uno de los proyectos de su mandato que avaló con entusiasmo y ahí están sus declaraciones del momento, sus comparecencias junto al president de la época, Pere Aragonès, y otras autoridades. Basta tan solo recoger algunos fragmentos de marzo de 2022 en los que decía lo siguiente: "Hoy, Barcelona celebra otra gran buena noticia y es que nuestra ciudad acogerá la Copa América de vela en 2024. Se trata de una competición donde, más allá de los días del acontecimiento, los equipos participantes harán grandes inversiones en innovación y que, por tanto, tiene un impacto económico sostenido durante los dos años previos a la regata".
Era la primavera del 2022 y, seguramente, Colau se las prometía muy felices de poder inaugurar el gran evento náutico en un tercer mandato, que no llegó nunca. Ha habido que esperar hasta este septiembre para que su lugarteniente, Janet Sanz, segunda teniente de alcalde entre 2019 y 2023 y responsable de áreas tan vinculadas al proyecto como Ecología, Urbanismo, Infraestructuras y Movilidad, cambiara el discurso como un calcetín: "La Copa América es una estafa para la ciudadanía, es un proyecto que no se puede volver a repetir en Barcelona". La propia Colau ha señalado muy recientemente que el tiempo había demostrado que se había equivocado. Una manera de despachar la cuestión en plan victimista ya que, en todo caso, las explicaciones que tiene que dar a los suyos es cómo se hizo cómplice de una estafa a los barceloneses o, por el contrario, como es que no se dio cuenta de que le estaban engañando.
No lo sabremos nunca, ciertamente, porque en ninguno de los dos escenarios su imagen se proyecta de la mejor manera posible. No he sido nunca un defensor absoluto de la Copa América de vela que, realmente, como acontecimiento deportivo va dirigido a un público muy reducido. Tampoco creo que su impacto en la economía sea realmente el que se nos ha dicho ya que siempre hay una serie de intangibles difíciles de calcular. Pero, dicho esto, tampoco me alineo con las críticas gratuitas que se producen cada vez que Barcelona emprende una iniciativa de aquellas que tienen pros y contras. Al revés, la imagen de Barcelona se engrandece con acontecimientos globales y permanentes que atraigan visitantes a la ciudad y ayuden a poner en el mundo entero el nombre de la capital catalana. Y ello sirve tanto para la Fórmula 1 como el Mobile World Congress, también conocido como Congreso Mundial de Móviles, la final de la Champions de fútbol o la de la Euroliga de baloncesto. Cuantos más acontecimientos mejor.
En Barcelona, cuantos más acontecimientos globales, mejor
No veo debates en París, Nueva York o Londres de esta naturaleza, quizás porque hace décadas que están en primera línea cuando se trata de llevar allí un acontecimiento deportivo, un evento social o un congreso como los múltiples que acoge, con éxito, la Fira de Barcelona. A las autoridades se les tiene que pedir que obtengan, en todas las negociaciones que conllevan este tipo de eventos, unas condiciones favorables para la ciudad o el país, Catalunya. Y se les tiene que reprimir cuando hacen propaganda gratuita y fácil porque los electores han decidido que no sigan en el cargo y que es mejor un cambio. Estar en misa y repicando nunca acaba siendo rentable en el medio plazo. Hay muchas maneras de hacer política y de intentar volver al ruedo en las próximas municipales en 2027, que parece ser el objetivo de Colau. Pero difícilmente será engañando a los barceloneses.