Desengañémonos: ha habido una magnífica puesta en escena del gobierno de Pedro Sánchez. Una medición precisa y muy audiovisual de los tiempos, la comunicación escalonada de la información sobre los nuevos ministros, un in crescendo sobre la capacidad del nuevo presidente para completar un equipo de ministros sobre los que nadie habría pensado hace tan solo unas horas y, finalmente, como en todos los buenos argumentos, la última y sorprendente guinda de un ministro de Cultura como Màxim Huerta, el polémico periodista televisivo, principalmente conocido por su participación en El programa de Ana Rosa. En términos futbolísticos, se podría decir que hay un equipo con muchas estrellas pero falta por ver si hay un gran equipo. Veremos si no es el Paris Saint-Germain y su equipo de galácticos. Por lo que respecta a Catalunya, nada bueno por los perfiles de muchos de los nuevos ministros, al menos por lo que han venido diciendo en los últimos tiempos. Ya sé que son momentos en que muchos tratan de ver algún signo para poder ofrecer algo que permita sostener que se ha iniciado la distensión con Catalunya. No lo he sabido encontrar por lo que han dicho y hecho hasta la fecha.
Hay un astronauta famoso, Pedro Duque, de profesión ingeniero aeronáutico. Tres ministros del mundo de la judicatura: la fiscal de la Audiencia Nacional Dolores Delgado ocupará la cartera de Justicia; el vocal del Consejo General del Poder Judicial Fernando Grande-Marlaska, conservador y en el pasado juez de la Audiencia Nacional, el ministerio del Interior; y la exmagistrada del Tribunal Supremo y más recientemente portavoz del PSOE en el Congreso, Margarita Robles. Peso andaluz en una cartera tan importante como Hacienda con la sevillana María Jesús Montero, que debe poner encima de la mesa el nuevo sistema de financiación autonómica. No hay grandes esperanzas entre Montero y Montoro. Dos catalanes, Josep Borrell en el Ministerio de Exteriores y Meritxell Batet en Política Autonómica. Sobre el primero, desde que se conoció su nombramiento, el primer nombre que se filtró, se ha sabido casi todo; de la segunda, tiene una oportunidad en una cartera que no es la que le vendría mejor por su formación. Es una incógnita con una patata caliente. Pesimismo.
De lo que sí nos hemos de felicitar muy sinceramente es del enorme salto en la presencia de mujeres en el gobierno español, donde por primera vez son mayoría. Sánchez hace una apuesta nada discutible y muy en línea del último presidente socialista, José Luis Rodríguez Zapatero. En este aspecto se manda un mensaje potente a la sociedad española y hay que agradecérselo.
Dicho esto, el lavado de cara respecto al gobierno Rajoy es más que notable. En casi todos los ámbitos que admiten un debate público. Nada que decir. De golpe, la España en blanco y negro del Partido Popular de los últimos años ha dejado paso, visualmente hablando, a otra España mucho más actual, moderna y acorde con la sociedad actual. Pero de un gobierno nuevo cabe esperar políticas nuevas y que aborden los problemas reales y urgentes que tiene encima de la mesa. Y este gobierno no tendrá credibilidad alguna si no aborda el conflicto con Catalunya, la injusta prisión provisional de los líderes soberanistas en prisión preventiva y el exilio del president Carles Puigdemont, los consejeros cesados por el 155, la secretaria general de Esquerra, Marta Rovira, y la exdiputada de la CUP Anna Gabriel. Esos van a ser sus deberes, presidente Sánchez. Y los que van a condicionar el recorrido de la segunda parte de legislatura española.