A medida que van pasando las horas desde la cancelación del Mobile World Congress y dado que la explicación oficial ofrecida presenta demasiadas lagunas como para tener toda la credibilidad necesaria, se abren numerosos interrogantes que afectan, fundamentalmente a tres ámbitos: ¿hay razones más poderosas para la anulación que el coronavirus?; ¿por qué el resto de congresos internacionales siguen celebrándose con una normalidad absoluta?; ¿volverá el Mobile a Barcelona en el 2021 con absoluta seguridad? La telaraña de intereses existentes, comerciales y políticos, nos ha situado delante de nuestros ojos el coronavirus y la alarma social existente y, como suele suceder, aquí nos hemos quedado y, además, en un cierto estado de shock. Entre otras cosas, porque en un santiamén se han evaporado alrededor de 500 millones de euros que habrían acabado en diferentes bolsillos y que, en buena medida, serán irrecuperables ya que el complejo proceso judicial para litigar no va a ser ni rápido ni fácil.
¿Si no se ha llevado pormdelante el coronavirus el congreso del Mobile quien o qué lo ha suspendido? Lo fácil desde Madrid es atribuirlo también al proceso soberanista o incluso a la gestión de la Generalitat o del Ayuntamiento. También a la división, al estar a uno y a otro lado de la plaça de Sant Jaume partidos políticos diferentes. Es un hueso este de mal roer ya que en pocas cosas como en el Mobile han ido las administraciones catalanas tan de la mano, sobre todo, cuando vieron las orejas al lobo de que podía llegar a no celebrarse. Tampoco tienen consistencia alguna las críticas a los conflictos laborales que, en ocasiones, han llegado a hacer muy compleja la movilidad de decenas de miles de asistentes al congreso. Las razones hay que irlas a buscar a miles de kilómetros ya que si no son ni sanitarias ni domésticas tienen que ser globales.
En ese punto solo está la guerra comercial entre Estados Unidos y China y el deseo de los primeros de que la tecnología 5G, en la que los chinos van por delante de los americanos quede empantanada por un tiempo. Lo suficiente para mejorar posiciones. Ya se sabe que, en este tipo de conflictos, las empresas, y más si se trata de EE.UU., son un peón más y, a lo mejor, la retirada de alguno de los gigantes norteamericanos como AT&T, u otras compañías europeas tiene que ver con este pulso mundial. El Mobile sería un daño colateral en un conflicto más amplio. Para complicarlo aún más, se trata un congreso que expone al mundo el liderazgo del continente asiático en las telecomunicaciones, algo que es de mala digestión para los americanos. El coronavirus habría sido la excusa, Barcelona el pagano, los chinos los perjudicados y EE.UU. el país que habría sacado tajada.
¿Y el Mobile 2021? La versión oficial no tiene resquicios: GSMA, la organizadora, se queda en Barcelona y el objetivo es intentar hacer el mejor congreso y que la frustrada edición de este año quede en una anécdota. Es normal que las administraciones y GSMA, por motivos diferentes, se hagan fuertes en este discurso. Las administraciones porque desconocen lo que acabará pasando y GSMA porque mientras que eso sea posible es una buena palanca para tener una posición de fuerza en litigios de todo tipo que, lamentablemente, aflorarán. Pero, sin voluntad ninguna de ser gafe, el Mobile 2021 está, hoy por hoy, en un riesgo demasiado alto aunque haya un contrato firmado de celebración hasta el 2023 en Barcelona. Tendrán que cambiar muchas cosas para que realmente acabe siendo así. Con coronavirus o sin.