Con la aprobación por el 90% de la ponencia política de Esquerra Republicana, en el congreso celebrado este sábado, Oriol Junqueras cierra un largo período de diez meses en que su liderazgo ha estado primero abiertamente cuestionado y después en un cierto período de pruebas tras su elección el pasado mes de diciembre. Por primera vez desde que renunció a la presidencia tras el estrepitoso fracaso de Pere Aragonès en las pasadas elecciones del pasado mes de mayo, Junqueras puede respirar tranquilo, ya que cuenta con una dirección de afines para encarar los restos que puedan existir beligerantes con su liderazgo y, con mano de hierro, ha sabido arrinconar a los críticos hasta hacerlos retroceder y aceptar sus condiciones en la ponencia política.

De hecho, la gran batalla que debía desarrollarse este sábado era el poder del presidente del partido y una serie de enmiendas pretendían cortarle las alas a Junqueras con el argumento de que no era compatible la presidencia del partido y la candidatura a la Generalitat. Aquí, Junqueras hubiera podido palmar hace unos meses si las dos candidaturas que concurrieron en su contra —Nova Esquerra Nacional y Foc Nou— se hubieran unido. Pero ello no ha sucedido, entre otras cosas porque los números del congreso de diciembre no eran los de este sábado y los críticos antes de perder prefirieron pactar una retirada elegante de sus enmiendas.

Junqueras puede respirar tranquilo, ya que cuenta con una dirección de afines para encarar los restos que puedan existir beligerantes con su liderazgo y, con mano de hierro, ha sabido arrinconar a los críticos hasta hacerlos retroceder y aceptar sus condiciones

Si la ponencia política ocupó la jornada de la mañana, el plato fuerte de la tarde fue el informe de la denominada Comissió de la veritat, encargada de revelar las supuestas estructuras paralelas a los órganos de gobierno del partido y que llevaba a cabo vergonzosas campañas contra rivales electorales y contraprogramaba con campañas nauseabundas como la de los carteles de los hermanos Maragall y el Alzheimer del expresident de la Generalitat. Según esta comisión, ha quedado probado de que todo salió de dentro del partido y que el objetivo era captar la atención generando unas dinámicas perversas. Se organizó, se pagó y se silenció.

Lo más fuerte de todo, es que era una estructura paralela con recursos económicos ilimitados y que era conocida por los miembros más significativos de Esquerra, con excepción de Oriol Junqueras, a quien se lo ocultaban. Es obvio, pese a ello, que el partido sale profundamente tocado por este affaire y que durante un largo tiempo, lecciones de ética política tendrán que evitar dar públicamente si no quieren sonrojarse en exceso. Incluso, la limpieza que se ha hecho ha sido básicamente quirúrgica y más de puertas adentro que afuera. Entre otras cosas, porque de otra manera se hubiera tenido que llegar infinitamente más arriba de donde se ha llegado y las expulsiones de la organización hubieran tenido que ser de arriba de todo de la cúpula.