Ha fallecido a la edad de 100 años Jimmy Carter, presidente de los Estados Unidos entre 1976 y 1980, cuya estancia en la Casa Blanca quedó marcada por la crisis de los rehenes en Irán. Durante 444 días, un grupo de 52 diplomáticos de Estados Unidos fueron tomados como rehenes, coincidiendo con la caída de la dinastía más antigua del mundo, la Pahlavi, bajo el Shah Mohammad Reza Pahlavi y la llegada al poder de la Revolución Islámica de la mano del ayatolá Ruhollah Jomeini. Carter no cedió a la presión de los iraníes e intentó rescatar a los diplomáticos, pero sus esfuerzos fueron baldíos, hasta el extremo que fracasó en las incursiones militares norteamericanas para liberarlos, cosa que no sucedió hasta que llegó Ronald Reagan a la presidencia.

Este suceso provocó un gran trauma en Estados Unidos y la opinión pública norteamericana, poco acostumbrada a reveses de esta magnitud, le endosó el fracaso en las presidenciales de 1980. Reagan ganó por más de ocho millones de votos de diferencia y en 44 de los 50 Estados y Carter no obtuvo la reelección, una situación que se produce en pocas ocasiones en Estados Unidos y, cuando pasa, marca muy negativamente al presidente. Carter tenía entonces 56 años, era conocido despectivamente como el presidente de los cacahuetes por haber pasado de administrar la granja de cacahuetes de su familia en Georgia a gobernador en 1970 y a la Casa Blanca tan solo seis años después.

Durante más de cuatro décadas Jimmy Carter se dedicó en cuerpo y alma a promover la paz, los derechos humanos y la lucha contra las enfermedades a través de su fundación

La longeva vida del 39º presidente de los Estados Unidos le permitiría de sobras quitarse este estigma de fracasado y durante más de cuatro décadas se dedicó en cuerpo y alma a promover la paz, los derechos humanos y la lucha contra las enfermedades a través de su fundación. Fueron innumerables las ocasiones en que la mediación de la Fundación Carter encarriló conflictos internacionales y en 2002 recibiría el Premio Nobel de la Paz, en un inequívoco mensaje contra el presidente George W. Bush que había iniciado la guerra de Afganistán con el objetivo de acabar con Osama bin Laden, cosa que logró. En abril de 2017, en vísperas del referéndum de independencia que se celebraría en Catalunya unos meses más tarde, el entonces president Carles Puigdemont se desplazó hasta su fundación en Atlanta, Georgia, para entrevistarse con Carter. Una cita que la embajada y autoridades españolas trataron de impedir, pero que se acabaría celebrando gracias a los buenos oficios y la mediación del diplomático norteamericano Ambler Moss, un enamorado de Catalunya.

La ingente actividad por la paz y los derechos humanos daría una segunda vida pública a Carter y, además, serviría para definir mejor el papel de los expresidentes de Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XX y en lo que llevamos del XXI. De Carter se ha dicho que fue un mal presidente y un excelente expresidente. Como todas estas definiciones a trazo gordo, no es del todo precisa. La crisis de los rehenes marcó toda su presidencia, pero tuvo 46 años para limpiar aquella equivocada imagen que existía de él. Tanto es así que republicanos y demócratas han elogiado su figura y ha recibido afecto y cariño de personalidades muy distantes ideológicamente.