El último pronunciamiento del alcalde de León, José Antonio Diez, socialista por más señas, reclamando la independencia de la provincia de lo que es hoy la comunidad autónoma de Castilla y León después de que la Diputación leonesa aprobara la constitución de una comunidad autónoma propia con León, Zamora y Salamanca, puede acabar derivando en un debate político con mucha más enjundia de lo que parece. A nosotros, nos coge lejos y, en consecuencia, solo somos meros observadores. Sin embargo, hay una cuestión en la que sí que podemos estar de acuerdo: el estado de las autonomías acordado en la Transición está en crisis. Hace aguas. Los catalanes, en un porcentaje muy amplio, reclamamos el derecho a acordar con el estado español un referéndum de independencia. Eso tiene un consenso muy extendido, entre el lógico apoyo de los independentistas que llevan una década planteándolo, pero también entre muchos de los que dicen estar en contra, pero reconocen que Catalunya se ha ganado el derecho a que se pueda alcanzar un acuerdo para decidir su futuro.
Que ahora, en un espacio administrativo inferior, una diputación provincial y un ayuntamiento, se plantee un debate que cuestiona el actual estado de las autonomías, es un debate político que no es un estorbo. No solo lo discute Catalunya. Detrás de todo este movimiento está la Unión del Pueblo Leonés (UPL), un partido fundado en 1986 con personas procedentes de movimientos leonesistas y de diversos partidos políticos de ámbito estatal como la extinta Alianza Popular (hoy Partido Popular), la UCD, el PSOE o el Partido Socialista Popular del profesor Enrique Tierno Galván que creían que la integración en la comunidad de Castilla y León de las provincias que habían sido adscritas a la Región de León en la división provincial de 1833 suponía el fin del espacio político sucesor del antiguo Reino.
Este sentimiento ha ido creciendo electoralmente en la provincia de León y su evolución ha sido dispar, con un auge creciente hasta 2011 y un retroceso que se alargó hasta el año 2022, que reflotó con fuerza hasta hacerse con el 22% de los votos en las elecciones autonómicas de 2022 y lograr en esta provincia 3 de los 13 procuradores en disputa que aporta a la cámara castellano-leonesa. Ahora se ponen encima de la mesa tres propuestas. Una, que León tenga vida propia como comunidad autónoma uniprovincial como lo son Madrid, Cantabria o La Rioja. Una segunda, la alianza con Zamora y Salamanca, que, como hemos dicho, formaban la Región Leonesa, Región de León o Reino de León, según la división territorial de España de 1833 que impulsó Javier de Burgos. Y una tercera, que se una con Asturias.
El estado de las autonomías acordado en la Transición está en crisis; hace aguas
Lo más relevante no es que UPL impulse este debate, porque aunque el partido ha ido creciendo, aún está muy lejos de disponer de la musculatura política adecuada para que sus propuestas por sí solas salgan adelante. La novedad es que el PSOE se ha subido al carro, sin hacerle ascos al debate. Por otro lado, que la propuesta de separación venga porque sea el alcalde leonés el que argumente que el proyecto autonómico de Castilla y León no ha funcionado en el sentido de pertenencia, viene a confirmar que ha habido mucho de inventos territoriales en la Transición —esa que casi todo el establishment loa cada vez que puede— para tratar de restar identidad y poder político a comunidades como Catalunya o el País Vasco.