Una semana después de los trascendentales comicios de Barcelona en los que Xavier Trias consiguió alzarse con la primera posición con 11 concejales, por delante de Jaume Collboni con 10 y Ada Colau con 9, y se evidenció los deseos de cambio en la capital catalana, quizás la principal noticia, por sorprendente, son los movimientos de los dos dirigentes de la izquierda local por alcanzar 21 concejales con quien sea, incluido los representantes de derechas en el consistorio.

Poco importa que Collboni señalara durante toda su campaña que si no ganaba los comicios se iría a la oposición y que la aún alcaldesa quedara en tercera posición. Nada parece tener valor por conservar los privilegios de los últimos ocho años. Las declaraciones de la ministra de Hacienda y vicesecretaria general del PSOE, María Jesús Montero, suplicando al PP que facilite la investidura de Collboni son simplemente bochornosas. ¿En qué momento los populares han dejado de ser esta derecha trumpista, como los definió Pedro Sánchez el pasado lunes? ¿Qué pretende decirnos Montero con que el PP es un grupo neofascista todos los días menos el 17 de junio, en que se votarán los nuevos alcaldes y aquel día bienvenidos sean sus votos?

Catalunya ha registrado en estas recientes municipales seis puntos menos de participación que en 2019. Las razones son muchas e incluso cada formación política tendrá las suyas. Pero no hay duda de que una de las razones es la falta de correspondencia entre lo que se dice y lo que se hace. Sucede en todos sitios, ciertamente. Pero en ningún sitio hay el hartazgo que existe en Catalunya. Collboni no tenía por qué decir que si perdía se iba a la oposición. Pero lo dijo. El PSOE no tiene por qué señalar al PP como un grupo de fascistas que incluso no aceptan los resultados. Pero lo hace. Pedirles un mínimo de coherencia no parece exagerado.

Lo mismo con el recurso de Ada Colau contra el recuento de las elecciones municipales del pasado 28 de mayo. Después del pasado domingo, los comunes ya señalaron que había habido fallos en el escrutinio y que la Junta Electoral de Zona le daría la razón en el escrutinio del pasado viernes. Eso no sucedió y ahora han presentado un recurso. Tienen que estar absolutamente seguros de que tienen razón y de que la Junta Electoral de Zona modificará su criterio, ya que si no acaba siendo así las críticas que recibirán por no aceptar los resultados serán comprensibles.

A nadie le gusta perder, pero en política no todo es ilimitado para aferrarse a un cargo. La actitud de Xavier Trias en 2015 cuando hubiera podido ser alcalde pese a quedar segundo en las municipales, debería servirles de ejemplo. A Trias le fue a buscar el PP y quien sabe qué hubiera sucedido si hubiera jugado. Pero aceptó su derrota y se apartó. Algo aparentemente tan fácil, pero que ocho años después otros no han entendido. Ni eso, ni el voto de los barceloneses.