La marcha —seguramente más cese que renuncia— de Antonio Cabrales, catedrático de la Universidad Carlos III, a ocupar uno de los dos puestos del consejo del Banco de España, a las seis horas de que se hubiera hecho oficial su nombramiento, tiene poco que envidiar a los casos de macartismo de los años cincuenta en los Estados Unidos. Si allí el senador Joseph McCarthy instigó una cruzada anticomunista escondiéndose detrás de unos supuestos valores de la sociedad estadounidense, aquí los que hacen listas de independentistas, que a veces se esconden y otras lo hacen a cara descubierta, han acabado con Cabrales como consejero del supervisor del sistema bancario español, porque en 2018 firmó, junto a una cincuentena de profesores de Economía, una carta pública en señal de rechazo a la persecución política de la exconsellera Clara Ponsatí, exiliada en aquella época en Escocia, y a la que se quería extraditar.
Había firmas de reputados economistas internacionales y junto a ellos, Cabrales, que cinco años después ha sufrido en propia carne un escarnio impropio de un país democrático. Lo más curioso es que el nombre del nuevo consejero había sido fruto de un acuerdo entre el PSOE —que propuso a Judith Arnal, doctora en Economía y hasta hace poco jefa de gabinete de la vicepresidenta Nadia Calviño— y el susodicho Cabrales, a propuesta de Alberto Núñez Feijóo. Supongo que al presidente del PP no le llegaba la camisa al cuello cuando percibió la campaña en contra que tendría por haber promocionado a un supuesto colaborador del independentismo a un cargo de los considerados de estado. Él, que basa su campaña en presentar a Pedro Sánchez como un colaborador del independentismo catalán, cogido in fraganti por los Jiménez Losantos, Carlos Herrera, entre otros, y la tripleta de la prensa escrita de ultraderecha, El Mundo, ABC y La Razón.
El diario ABC, al adelantar el pasado domingo el nombramiento de Cabrales y desconocedor de aquella carta a favor de Ponsatí, lo presentaba así a sus lectores: Antonio Cabrales es doctor en Economía por la Universidad de California, San Diego, y catedrático de la Universidad Carlos III. Ha sido catedrático en la University College de Londres y en la Universitat Pompeu Fabra. Es vicepresidente ejecutivo de la European Economic Association, expresidente de la Asociación Española de Economía, y socio de honor de la Econometric Society. Cabrales ha sido además uno de los expertos que han participado en la elaboración de la agenda España 2050 y es editor asociado del Journal of Economic Theory. Un currículo que era tranquilizador para el establishment español hasta que el macartismo encontró la prueba que podía desacreditarle. Hace cinco años firmó una carta que vista con los ojos del tiempo transcurrido no tendría que tener importancia alguna.
¿Cuántos años tienen que pasar para que la política española deje de perseguir a los que desde un alineamiento exclusivamente profesional marcaron un punto de aproximación, quién sabe si exclusivamente humano y alejado de cualquier pronunciamiento ideológico, a los políticos independentistas en 2017? ¿La represión generalizada puede llegar hasta los círculos académicos que se han posicionado a lo largo de estos años cuando han hecho lo mismo que decenas de instituciones u organismos internacionales? Pone los pelos de punta que se pueda reaccionar así y desconozco qué debe estar pensando Cabrales, al que no conozco y nunca había oído hablar de él. Para el independentismo catalán, sus dirigentes y miles de personas perseguidas es posible que la noticia sea una más de la represión a un movimiento democrático. Para Cabrales, una pesadilla que le permite conocer en carne propia cómo actúa el deep state cuando se trata de ser el guardián de la unidad de España.