Cuando un libro sobre política despierta interés, suele ser por alguna de estas dos cosas: es un político retirado que presenta sus memorias o quien lo hace atesora tanta información que merece la pena estar presente. El acto en la Casa del Llibre de Merèixer la victòria, escrito por David Madí, se corresponde sin duda alguna al segundo de ellos. El libro editado por Columna tiene 321 páginas y no deja indiferente. Hay elogios y críticas, análisis y reflexión, tácticas y estrategias, y cuando el autor dice que no es sectario no quiere decir que su mirada sea buenista e ingenua. Madí es un impenitente militante de la victoria en un país al que le cuesta demasiado ganar y que se conforma con perder por la mínima. Aquel encara hi ha partit cuando enfrente se alza un estado que solo sabe ganar porque casi siempre ha ganado. Por lo civil o por lo militar.

Merèixer la victòria es una reflexión apasionada de una época que tiene mucha literatura publicada desde la vertiente más periodística, pero no desde los que participaron activamente en la cocina —léase Estado Mayor— sin ser padres de nada, pero formando parte de la familia. Madí no lo dice, pero parece reflejar una cierta frustración por demasiadas actitudes faltas de profesionalidad y de conocimiento de la historia. No lo critica, porque muchos de los actores se encontraron allí sin haber podido tener un GPS en el que moverse frente a una capital que tuvo un imperio y que, con los siglos, si algo ha aprendido, es a defenderse. No hay margen para empatar, cuando pierden, lo pierden todo. Pero cuando ganan, lo hacen sin contemplación alguna. Pasando por encima de antiguos aliados y utilizando todos los resortes del poder, incluida la Agencia Tributaria, que describe como la Nueva Inquisición.

En el libro sobrevuela una idea que es atemporal y que está en el centro de muchas de las derrotas: la división. Madí es un firme defensor de la unidad independentista que tantos quebraderos y discusiones ha provocado entre los dos partidos centrales que lo ocupan: Junts y Esquerra. Su posición se basa en una máxima contrastada: las victorias han venido siempre de la mano de la unidad. Pero las cosas nunca son tan fáciles, sobre todo cuando el camino a recorrer está repleto de clavos y aquí todos son responsables y todos tienen heridas, agravios, engaños y humillaciones. Volver la vista atrás y mirar a tu adversario de tu campo ideológico se ha convertido para muchos de ellos en un trayecto imposible. Siempre recuerdo, en estas situaciones, a Jordi Pujol cuando después de los intentos del gobierno de Felipe González por incriminarle con Banca Catalana volvió años después a la Moncloa para entrevistarse con el presidente del gobierno que necesitaba su auxilio. "Nunca podré perdonarle, nuestras relaciones serán con un espejo roto que es imposible de pegar. Pero si lo guardo en un cajón y no lo abro cada día, las cosas pueden ser diferentes", explicó antes de empezar una negociación que dejó sus frutos.

Madí define el período 2018-2023 como el quinquenio cainita y plantea tres escenarios de futuro: no haremos nada, lo volveremos a hacer y lo haremos diferente

Debería ser más fácil entre Carles Puigdemont y Oriol Junqueras que entre Jordi Pujol y Felipe González, porque, al final, lo que está en juego es el futuro de Catalunya y aquí el espejo roto no es otra cosa que el país desmembrado y por rehacer. Madí define el período 2018-2023, cuando cierra el libro, como el quinquenio cainita y plantea tres escenarios de futuro: no haremos nada, lo volveremos a hacer y lo haremos diferente. Se rebela ante las dos primeras opciones, pero no está seguro de que se pueda hacer la tercera, ya que duda de que haya mirada lo suficientemente larga, la unidad política imprescindible y el planteamiento político adecuado para encontrar un rellano que dote a Catalunya de todos los resortes políticos, económicos y financieros, aprovechando la coyuntura del independentismo en Madrid, antes de un nuevo asalto definitivo. No son reflexiones de un outsider, sino de quien es considerado por muchos de uno y otro espacio político uno de los estrategas de cabecera de Catalunya. Cuando no l'estrateg en cap.