Si no fuera porque este lunes no era 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, hubiera pensado que era una broma el retorno de Manuel Valls a la política francesa como ministro del nuevo gobierno de François Bayrou. Que además la cartera que vaya a ocupar sea la del Ministerio de Ultramar, heredero del Ministerio de las Colonias, que así fue denominado entre 1894 y 1946, y que después pasó a ser el Ministerio de la Francia de Ultramar hasta adquirir su denominación actual en 2012, en francés Ministère des Outre-mer, es casi una carambola imposible. La Francia arrogante y a veces altiva, siempre generosa estos últimos tiempos de deslizamiento hacia la irrelevancia con los perdedores y con los que disponen de un currículum copioso, recupera a sus 62 años a Manuel Valls tras sus experiencias políticas fallidas, entre las que se encuentra su estrepitoso fracaso en las elecciones municipales al Ayuntamiento de Barcelona en 2019 en las que, de la mano de Barcelona pel Canvi, solo logró seis concejales de los 41 del consistorio, quedando en cuarta posición.
De aquella etapa de Valls se recuerdan dos cosas: en primer lugar, cómo fue capaz de presentarse a las elecciones como la candidatura que nunca pactaría con Ada Colau y acabó haciéndola alcaldesa. En segundo lugar, el enamoramiento inmediato de la burguesía provinciana de Barcelona que creyó ver en Valls su mirlo blanco para que la ciudad fuera más cosmopolita y que, en muy pocos meses, pasó de tener Barcelona a sus pies a acabar con el Upper Diagonal esquivándolo y dejándolo fuera de sus encorbatadas cenas de casi siempre los mismos. Valls se despidió de su aventura municipal a la francesa. Tanto es así que ni se presentó al pleno de renuncia como concejal el 15 de septiembre de 2021 y el consistorio se limitó a tomar conocimiento de la renuncia, que se aprobó con el posicionamiento favorable de todos los grupos, según palabras de la alcaldesa, Ada Colau, aquella jornada. Casualidades de la vida: Valls residirá en el Hôtel de Montmiron, un palacete catalogado como monumento histórico desde 1926 y situado en la esquina de la rue Oudinot y el Boulevard des Invalides en el distrito VII de París. Limítrofe con este distrito, más hacia el sudoeste de la capital francesa, tiene su despacho su compañero de aventuras en Barcelona aquellos años, el socialista Miquel Iceta, exministro de Cultura y actual embajador de España en la Unesco, que tiene su residencia en el 1 de la rue Miollis, en el distrito XV.
Valls ha ido perfeccionando su perfil político que hoy en día tiene tres características: jacobino, ultracentralista y con rasgos en ocasiones muy cerca de la xenofobia
Valls, expeditivo ante los conflictos, como se puso de manifiesto en su etapa de ministro del Interior y más tarde como primer ministro francés, de mayo de 2012 a diciembre de 2016, las dos bajo la presidencia de François Hollande, ha ido perfeccionando su perfil político que hoy en día tiene tres características: jacobino, ultracentralista y con rasgos en ocasiones muy cerca de la xenofobia. Su procedencia del PS, partido al que se afilió a los 17 años de la mano de Michel Rocard, es parte de su biografía, pero su ubicación actual con las políticas más neoliberales y de derechas es una evidencia. Habrá que ver qué actitud política adopta como ministro de Colonias —el cardenal Richelieu organizó las primeras formas de administración central para las colonias francesas en el siglo XVII— y máximo responsable de coordinar la acción del gobierno en los departamentos de ultramar —Guadalupe, Martinica, Guayana Francesa, Reunión y Mayotte—, Nueva Caledonia y la Isla Clipperton y participar en el desarrollo e implementación de normas aplicables en estas comunidades.
Especialmente llamativa va a ser a buen seguro su relación con Nueva Caledonia, que ha realizado cuatro referéndums de independencia desde 1987, siendo el último en diciembre de 2021. En esta ocasión, los habitantes de dicho territorio debieron elegir entre permanecer con su actual estatus con Francia o convertirse en un Estado independiente. La pandemia distorsionó los resultados, pero en el anterior, en 2020, el 53.36% de los neocaledonios rechazaron la independencia. Este territorio francés formado por varias islas en el Pacífico vivió unas semanas convulsas el pasado mes de mayo, siendo escenario de violentas protestas de jóvenes independentistas, con coches carbonizados y negocios cerrados y saqueados a raíz de un polémico proyecto de reforma electoral votado en París y que es rechazado por la mayoría de la población indígena local, que representa cerca del 40% de la población. Macron dio un paso atrás ante las protestas y veremos qué actitud mantiene ahora Valls. Pero nunca ha sido una buena decisión colocar a un pirómano como bombero.