Todo indica que, coincidiendo con los cuatro meses de la DANA y la pésima gestión del gobierno del País Valencià y de su president, Carlos Mazón, se está llegando al punto de no retorno respecto a su futuro político. No se trata, tan solo, de lo que sucedió aquel día trágico y sobre el que aún restan interrogantes sobre las horas en que estuvo desaparecido. Tampoco, exclusivamente, de las múltiples versiones horarias que ha ofrecido sobre el 29 de octubre y la alerta enviada a los ciudadanos. No son decisivas, aunque obviamente están teniendo mucha importancia, las protestas ciudadanas que aún se mantienen y el boicot regular que se produce en los actos públicos en los que interviene.
El verdadero meollo de la cuestión es doble: la confirmación de que su gestión de la crisis en estos meses de reconstrucción no le ha permitido remontar su deteriorada imagen después de que las inundaciones dejaran 224 muertos, tres desaparecidos, cientos de miles de afectados y un proceso judicial que se le va a ir complicando en el plano penal. Y, como consecuencia de ello, el desplome del Partido Popular en las encuestas internas de la formación conservadora que lo sitúan por detrás del PSOE y de Vox. No solo eso: los socialistas y Compromís podrían lograr la mayoría absoluta y la caída que sufre el PP es continua desde noviembre y no tiene visos de haber tocado fondo.
Como Feijóo continúe sin reaccionar, corre el riesgo de que la situación interna en el PP valenciano se le descontrole y la censura de la opinión pública española se dirija contra él
Es más: en unas elecciones españolas, los populares quedarían muy por debajo del PSOE, cuando en julio de 2023 fue de 13 diputados el PP, 11 los socialistas y 5 parlamentarios Vox. Con todos estos datos sobre la mesa, el verdadero dilema para Alberto Núñez Feijóo es tomar el camino menos malo o dejar que la situación se siga pudriendo y esperar a ver qué acaba sucediendo. La inercia política del gallego conduce normalmente a la segunda situación, aunque en estos momentos son muchas las voces que lo apremian a hacer lo contrario y con una cierta urgencia. Para que la situación del PP se complique un poco más, solo ha faltado la invitación de Compromís al PSOE para presentar una moción de censura en las Corts Valencianes, algo que no saldría, en principio, ya que los números de la izquierda no dan a menos de que Vox no se abstuviera.
El partido de Abascal guarda silencio público, aunque a buen seguro esperará a obtener tajada de la situación después de que Mazón expulsara a los tres consellers de Vox el pasado mes de julio. En estas fechas negocia los presupuestos regionales con el PP mientras tira pelotas fuera sobre su posición en una moción de censura de PSOE y Compromís. Con todo este panorama, Mazón se esconde. Este sábado no ha acudido a la primera mascletà en el Ayuntamiento de València, que marca el inicio de las Fallas. Se ha evitado una repulsa pública, pero la situación no deja de ser políticamente insostenible.
Como Feijóo continúe sin reaccionar, corre el riesgo de que la situación interna en el PP valenciano se le descontrole —no hay día que no aparezcan candidatos posibles, el último el expresident Paco Camps— y la censura de la opinión pública española se dirija directamente contra el líder de los populares por su ausencia de liderazgo en unas circunstancias tan graves.