En vísperas de cumplirse un mes del salvaje ataque terrorista de Hamás contra Israel y que provocó una auténtica masacre, habiéndose contabilizado 1.400 personas muertas en sus casas, en las calles y en un festival de música, la guerra desatada en aquel pequeño reducto del mundo ya es la más destructiva y mortal de todas las que se han producido desde que Hamás asumió el control de toda la Franja de Gaza en 2007. Según las cifras que ofrecen tanto las autoridades israelíes como el Ministerio de Salud de la Franja de Gaza, casi 11.000 personas habrían muerto —más de 9.000 palestinos— en la respuesta dada por Netanyahu tras el ataque. El número de palestinos desplazados en Gaza se acercaría a los 1,5 millones de personas.
Todo apunta a que el conflicto no ha hecho más que empezar y aunque las protestas en la calle han sido muy importantes, lo cierto es que Israel ha movilizado el mayor número de soldados de su historia reciente y con una hoja de ruta militar perfectamente calculada. Hasta la fecha, las principales protestas por lo que está sucediendo en Gaza las ha protagonizado el secretario general de la ONU, António Guterres, que pese a sus reiterados llamamientos al alto el fuego, los bombardeos ni han cesado, ni se han reducido lo más mínimo.
Esta guerra ya es la más destructiva y mortal de todas las que se han producido desde que Hamás asumió el control de toda la Franja de Gaza en 2007
La posición norteamericana, comandada por el secretario de Estado, Antony Blinken, es contemporizadora con Israel, su gran aliado histórico. Y la europea transita entre la expresada desde Bruselas con voces disonantes entre la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. En Europa, la posición más proisraelí, al menos en público, está defendida por el canciller alemán, el socialdemócrata Olaf Scholz. No estaría muy alejada la del presidente francés, Emmanuel Macron, aunque su papel está siendo mucho más discreto. Este batiburrillo de posiciones y el siempre presente riesgo de Irán hacen prever que nada detendrá al ejército israelí en su objetivo de acabar con Hamás y resituar las actuales fronteras de la zona.
El ejemplo más claro de todo ello es que, a punto de cumplirse un mes del atentado del 7 de octubre, este domingo se ha producido una de las jornadas más violentas y las fuerzas israelíes han protagonizado un ataque de grandes proporciones en Gaza, llegando hasta la costa en su objetivo de rodear la ciudad. Una situación, en consecuencia, muy consolidada militarmente y en la que políticamente Israel tiene una gran ventaja con el silencio o el dejar hacer de los países que podrían hacer virar a Netanyahu. De alguna manera, Occidente asume sin decirlo, o quejándose lo mínimo necesario para atemperar las opiniones públicas internas que pueda tener cada país, el despliegue del ejército israelí en Gaza. Al menos, hasta ahora.