La negativa del presidente francés, Emmanuel Macron, a finalizar la construcción del gaseoducto Midcat y conectar así la Península Ibérica con el resto de Europa vuelve a dejar en vía muerta el proyecto que con tanto entusiasmo han venido defendiendo en las últimas semanas el presidente español, Pedro Sánchez, y el canciller alemán, Olaf Scholz. En opinión de Macron, el gaseoducto a través de los Pirineos catalanes no es necesario, reactivar la obra no sería con carácter inmediato y llevaría un tiempo —varios años— del que no se dispone, y las actuales interconexiones de gas entre los dos Estados a través del País Vasco y Navarra están infrautilizadas.
Bruselas, Alemania y España no han doblado la posición de Macron. Tampoco lo ha hecho la —confirmada desde el viernes—- suspensión del gaseoducto ruso Nord Stream hasta nuevo aviso, que abastece a toda la Europa central. Este lunes, primer día laborable tras aquel anuncio, los precios del gas han subido alrededor del 30%, y la amenaza de un cierre de fábricas por no poder pagar el nuevo precio ha dejado de ser una posibilidad para convertirse en una realidad. Una parte significativa de la importante empresa alemana empieza a estar más preocupada por el precio que por el suministro.
Y aquí, en Catalunya, la posición más dura con Macron la ha tenido la patronal Foment del Treball, mientras asociaciones ecologistas han defendido que la crisis energética debe resolverse con un modelo eficiente basado en el ahorro y las renovables dimensionadas. No hace tanto tiempo, en el año 2018, ERC y el PSC votaron en contra del Midcat en la Diputació de Girona. Sea como sea, el gaseoducto parado en Hostalric no será reactivado y el interés de Alemania y España va a quedar en un segundo término, ya que el presidente francés no tiene intención de dar su brazo a torcer y resulta que la obra de ingeniería debería pasar por suelo galo.
La solución a la falta de gas por la guerra de Ucrania deberá buscarse por otro sitio y es evidente que entonces las posiciones españolas pierden peso. Pedro Sánchez ha perdido fuerza en las relaciones con Argelia tras la entrega del Sáhara occidental a Marruecos y, en cambio, ha ganado posiciones Italia, que ha conseguido aumentar el suministro de gas y mejorar el precio que pagaba. Francia y Argelia, primer exportador de gas de África, que arrastran una relación agitada, firmaron el pasado agosto una asociación renovada para reactivar sus relaciones. No es fácil para ambos, pero la guerra de Ucrania pone mucho de su parte.
Resumiendo, el Midcat vuelve al congelador del que no había llegado ni a salir pese al fuego mediático para pasarlo primero a la nevera y más tarde al medio natural. Y Macron juega sus cartas, que son las francesas y no las europeas. La realpolitk en estado puro.