Con Míriam Nogueras, la máxima representante de Junts per Catalunya en el Congreso de los Diputados, Pedro Sánchez ha dado por terminada, este viernes, la ronda de contactos con los grupos parlamentarios, y que empezó con Alberto Núñez Feijóo, para buscar los votos necesarios que le permitan cumplir el encargo del Rey e ir a una sesión de investidura antes de los últimos días de noviembre, que es cuando se acaba el plazo. El resumen de las diferentes reuniones permite concluir que cuenta con los votos de Sumar y Bildu, aparte de los suyos propios. No le costarán los del PNV, serán bastante más difíciles los de Esquerra y todo depende de lo que acabe haciendo Junts per Catalunya, sin cuyos siete escaños no hay investidura posible.
Aunque el titular más repetido del encuentro entre Sánchez y Nogueras es que "continuaban lejos del acuerdo, del compromiso histórico", la importancia de la reunión no viene tanto de lo declarado como de lo hablado durante algo menos de una hora y media. Ochenta minutos dan mucho de sí y, de hecho, ha sido la más larga de todas las que ha celebrado esta semana el presidente en funciones. No ha sido, por tanto, un trámite.
Además, habida cuenta de que, hasta la fecha, todos los contactos, reuniones y negociaciones con Junts los ha dejado en manos de terceras personas, era su primer acercamiento personal a un representante de una formación política que ha fijado un precio político muy alto para el sí de sus siete diputados. Además, la diputada de Junts conforma el ala más independentista del partido y ha vivido varios encontronazos, alguno de ellos sonado, con los socialistas en la pasada legislatura. El hecho de que el documento que le entregó Nogueras a Sánchez fuera la conferencia de Carles Puigdemont traducida al castellano del pasado día 5 de septiembre en Bruselas, busca mantener coherencia en el relato. Junts está donde estaba hace ya 40 días y no va a moverse mucho de aquellas columnas maestras.
O sea, ley de amnistía y un mediador internacional como condiciones previas para aceptar una negociación y un pacto histórico que se prolongue durante los cuatro años de legislatura y que recoja diferentes compromisos sobre el reconocimiento del derecho de Catalunya a la autodeterminación, junto a un paquete de medidas para dos de los problemas existentes en Catalunya como son la salvaguarda de la identidad nacional y el expolio fiscal. Por eso, Junts no sitúa la negociación en un acuerdo de investidura y basta. Por el contrario, considera que el desarrollo de los acuerdos necesitará un tiempo, y de ahí el importante papel del mediador internacional, que debe ser reconocible por la opinión pública y también garante de todo lo firmado.
Dentro de las pocas pistas que ofrece el PSOE, Sánchez sigue convencido de que será capaz de cerrar el acuerdo con Esquerra y con Junts, y en La Moncloa no es precisamente el pesimismo la sensación que está instalada.