Los movimientos del presidente electo de Estados Unidos desde el inicio de año ofrecen suficientes pistas para poder vaticinar que Donald Trump ha optado por la máxima tensión con enemigos y aliados. Cuando solo faltan una docena de días para que tome posesión del cargo y retorne a la Casa Blanca. Sus ataques directos a Panamá, Groenlandia, Dinamarca o Canadá, por un lado, y también en la zona de Oriente Próximo, unido a un papel especialmente desestabilizador de Elon Musk, el propietario de X, armando la ultraderecha europea, están inquietando a las principales cancillerías europeas.
Solo le faltaba a Trump especular con el uso de la fuerza para tomar el control de Groenlandia para que de norte a sur del continente se hayan alzado voces contra Trump. Así lo han hecho el presidente francés, Emmanuel Macron, o el canciller Olaf Scholz, hablando del principio de la inviolabilidad de fronteras. La idea del próximo presidente norteamericano respecto a Groenlandia, la isla más grande del mundo y el territorio menos poblado, no es nueva. El problema para Trump viene derivado de su dependencia de Dinamarca, que le transfiere el 60% de su presupuesto anual, y que controla su política exterior y de defensa. De hecho, el rey de Dinamarca, Federico X, ha renovado el escudo de armas del país con un nuevo diseño que otorga más relevancia a Groenlandia y las Islas Feroe.
Veremos si el peso del poder amortigua la incontinencia verbal de Trump o, por el contrario, da pie a poner en marcha todos los planes anunciados
No le ha ido mejor a Trump con Canadá, donde ha planteado directamente la anexión del país y su disposición a utilizar la fuerza militar de EE.UU. para convencer a las autoridades canadienses. Los planes expansionistas de Trump respecto a su vecino del norte los sustentó alegando que Estados Unidos pierde alrededor de 200.000 millones de dólares al año en déficits comerciales y que ello no tenía sentido, ya que en el fondo era un estado más de EE.UU., porque la frontera era una línea artificial. Su puzle de unos Estados Unidos diferentes lo completó con el canal de Panamá, cuyo control pretende recuperar aunque sea utilizando la fuerza.
En tan solo ocho días que llevamos de año, Trump ha enviado suficientes mensajes para estar preocupados. Su segundo mandato, que está a punto de empezar, presenta lunares negros que, dada la composición de las cámaras legislativas estadounidenses, no van a encontrar mecanismos de amortiguamiento de sus posiciones. Los republicanos controlan tanto la Cámara de Representantes como el Senado. A ello hay que añadir la mayoría superconsevadora del Tribunal Supremo de Estados Unidos. Veremos si el peso del poder amortigua la incontinencia verbal de Trump o, por el contrario, da pie a poner en marcha todos los planes anunciados. Tome un camino u otro, parecen asegurar dos tiempos de una gran inestabilidad mundial.