De entre las muchas consecuencias de la excepcional e interminable ola de calor que estamos padeciendo, la muerte de muchas personas está siendo la situación más extrema. Veremos este lunes cuando se actualicen las cifras cuántos ciudadanos han perdido la vida, pero, según el Instituto de Salud Carlos III, dependiente del Ministerio de Sanidad, hasta el viernes se habían contabilizado en los primeros seis días de la ola de calor —los que van entre el 10 y el 15 de julio— 360 muertos atribuibles a las altas temperaturas en España, cuatro de ellos en Catalunya. El viernes fue el pico máximo de muertos, con 123 fallecidos, aunque durante el fin de semana las temperaturas han continuado muy altas e, incluso, superiores en algunas zonas. La emergencia climática no es un futurible, sino una realidad.
Temperaturas de 40 grados han sido normales en toda Catalunya, con zonas en que incluso han sido superiores y se han acercado a los 45 grados. El Govern ha activado la alerta por la ola de calor y ha anunciado que piensa alargar las medidas extremas unos días más, ya que no se ve aún el final de este pasaje de temperaturas máximas. Por si faltaba algún ingrediente, este domingo ha prendido un incendio en el Pont de Vilomara, en el Bages, que ya ha quemado 1.000 hectáreas y tiene un potencial de fuego de unas 6.000 hectáreas si los bomberos no consiguen dominarlo.
Teniendo en cuenta lo secos que están los bosques de Catalunya, por la ausencia de lluvias desde hace tiempo y una primavera que tampoco acompañó, hay que cruzar los dedos, ya que hasta la fecha la pericia y profesionalidad de los bomberos y un poco de suerte han hecho que la zona quemada no sea excepcionalmente alta. Habrá que ir pensando, en el futuro, medidas complementarias para reducir de manera significativa el número de muertos por estos episodios de calor, porque si antes eran inexistentes o muy excepcionales, todo apunta que el cambio climático nos dirige hacia una situación delicada y mucho más comprometida en los próximos años.
Los planes actuales de las administraciones de suspender actividades, abrir más horas las piscinas y recomendar a la gente que no salga de casa en las franjas horarias de más calor son situaciones pensadas para otros momentos, no para estos episodios de tantos días con temperaturas extremas. Habrá que ser más creativo y destinar más recursos, ya que la gran mayoría de las casas no están preparadas para esta emergencia climática. No es ni mucho menos ninguna broma cuando hay cientos de muertos por en medio por un calor que no es que sea incómodo, sino que afecta a la salud de una manera importante.