Las últimas palabras de Barack Obama sobre Joe Biden, señalando que tenía que considerar seriamente la viabilidad de su candidatura, pueden acabar siendo el golpe de gracia sobre el cuestionado presidente. Obama había dado su apoyo durante estos últimos tiempos tan duros para Biden, que ha ido perdiendo apoyos desde el debate televisivo de hace tres semanas, el 27 de junio, en que los estadounidenses quedaron impresionados por su nula capacidad de reacción ante Donald Trump. Se produjo entonces el primer empujón de la cúpula demócrata al inquilino de la Casa Blanca, que resistió con el apoyo de colaboradores, su familia y un entorno político muy cercano, entre ellos Obama. El debate público, sin embargo, ya estaba abierto: Trump iba a imponerse si los demócratas no ponían remedio, ya que en los estados claves se empezaba a observar un decantamiento hacia el candidato republicano.

El atentado a Trump en Pensilvania y sobre todo la reacción del expresidente, con una incuestionable épica en los pocos segundos de reacción entre el disparo y sus imágenes con el puño en alto, en señal de resistencia, han adornado un candidato muy polémico con virtudes importantes en la sociedad norteamericana. Eso, unido a una disminución evidente del discurso siempre inflamado de Trump, ha desembocado en una mejora sustancial en los estudios demoscópicos que ha encendido todas las alarmas en el cuartel de los demócratas. No tan solo porque no pueda ganar las elecciones de noviembre, sino porque no haya una batalla real, ya que la distancia sea realmente insalvable. No solo ha sido Obama el que se ha pronunciado en las últimas horas sobre la necesidad de que Biden se aparte. Están, entre otros, los dos principales líderes demócratas en el Congreso de Estados Unidos, el líder de la mayoría del Senado, Chuck Schumer, y el líder de la minoría de la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries. O Nancy Pelosi, expresidenta de la Cámara de Representantes bajo las presidencias de Obama y del propio Biden.

No solo ha sido Obama quien se ha pronunciado sobre la necesidad de que Biden se aparte; están, entre otros, los dos principales líderes demócratas en el Congreso de Estados Unidos

Por si el presidente no tenía suficientes malas noticias, el hecho de que se anunciara que había contraído covid por tercera vez ha situado de nuevo el foco en su edad, 81 años, su mermada salud y su fragilidad tanto física como mental. De poco ha servido que el propio Biden se prestara a someterse a un chequeo médico para rebatir las críticas permanentes a su salud, que tienen, además, un impacto directo a una circunstancia tan trascendental en las campañas americanas como es la recaudación de fondos. Pues bien, la captación de fondos se ha ralentizado hasta el extremo de que ya es un problema en aquellos estados en los que se necesita hacer un esfuerzo propagandístico para que Trump no sea realmente inalcanzable. Biden sigue repitiendo lo mismo que hace meses: tenía que perder —según las encuestas— las últimas elecciones frente a Trump, y pasó justamente lo contrario.

Eso es verdad, pero las circunstancias son radicalmente diferentes. Los medios norteamericanos más proclives a los postulados demócratas insisten en que este fin de semana puede acabar siendo decisivo para que Biden renuncie a su candidatura y dé paso a otro candidato en la convención demócrata de mediados de agosto. El hecho de que un icono como Obama haya efectuado un comentario crítico con Biden, según el diario The Washington Post, podría ser una pista; aunque, ciertamente, se desconoce si un Biden endeble y aparentemente abatido —aunque repita lo contrario— va a dar su brazo a torcer o es un nuevo pressing con argumento que incluso va más allá de su candidatura como, por ejemplo, que una abultada derrota pondría en serio riesgo la recuperación de la Cámara Baja y la retención de la mayoría en el Senado.