Acaba de empezar a andar Sumar, la nueva formación política a la izquierda del PSOE, que pretende recoger todo el capital político que en su día tuvo Podemos a raíz de los movimientos ciudadanos que se concentraron en el 15-M y que hoy, once años después, se han ido desanimando o diluyendo. Aquel movimiento dio paso a una generación de activistas y políticos que removió el tablero político español y, por un tiempo, pareció que el histórico bipartidismo que ha caracterizado la vida pública española, con PP y PSOE como únicos actores, se transformaba primero en una cosa a tres con Podemos y después a cuatro con Ciudadanos.
Aquel escenario fue un espejismo y se evaporó con la misma velocidad con la que llegó. Ciudadanos explosionó porque carecía de programa y raíces profundas en el territorio, con la excepción de una mínima estructura en Catalunya. También, porque dejó de ser útil para el establishment que lo había alimentado para desestabilizar a Catalunya y que con la irrupción de Vox constató que tres fuerzas políticas de derechas eran demasiado. Hoy Ciudadanos está tocado y hundido y cualquier intento de refundación está condenado al fracaso, por más que cambie el nombre y el color del logotipo. Su tiempo ha pasado.
No es exactamente el mismo caso de Podemos, que conserva una fuerte estructura territorial y una presencia institucional importante: desde 2018, este espacio político tiene por primera vez ministros en el gobierno español y, por tanto, un altavoz para poder propagar sus posiciones políticas. También alcaldías importantes, como la de Barcelona con Ada Colau y En Común Podem. En total, Unidas Podemos dispone de 33 diputados en el Congreso, 6 diputados en el Parlamento Europeo, 64 diputados en parlamentos autonómicos, 76 alcaldes y más de un millar de concejales.
Consumido todo este movimiento y condenado a una situación electoral prácticamente plana, la izquierda hace algo que ya le ha funcionado otras veces y se reinventa bajo las siglas de Sumar, situándose al frente Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda del gobierno español, una política alimentada con mucho autobombo mediático y que suele huir de la confrontación. Su presentación en el Matadero de Madrid, el viernes, ha sido el disparo de salida y la última oportunidad que tiene Pedro Sánchez para continuar en la Moncloa. Curiosamente, el líder socialista necesita a su izquierda una formación política fuerte para equilibrar la suma entre PP y Vox. Veremos, por tanto, si será suficiente el oxígeno de los medios socialistas para movilizar a los sectores de izquierdas más desmovilizados.
Todo ello con la crisis económica tocando a la puerta y con un sombrío panorama de alta inflación, tipos de intereses creciendo, incremento de los precios energéticos y falta de materias primeras. Sri Lanka, al sur de la India, está muy lejos, pero la dimisión del presidente anunciada este sábado después de meses de protestas tiene que ver con la crisis económica, cortes de electricidad, colas para repostar combustible y falta de alimentos. No hace falta ir tan lejos para ver las protestas que ya se están produciendo en Europa, con un foco muy importante en Italia, pero también en los Países Bajos, Polonia, Francia o Estonia, por citar cuatro Estados. Las sanciones a Rusia empiezan a tener consecuencias reales en Europa.