Imanol Pradales ya es a todos los efectos el nuevo presidente del País Vasco. Dos meses después de su apurada victoria electoral del pasado 21 de abril, en que el PNV estuvo sufriendo hasta el último minuto para asegurarse la primera posición, Pradales ha recogido el testigo de Iñigo Urkullu con el principal objetivo de reencontrar al PNV con su tradicional bolsa de electores, que le ha permitido ganar más plácidamente que en esta última ocasión. No lo va a tener nada fácil el nuevo lehendakari, ya que Bildu ha absorbido con astucia y con paciencia tanto votos de la izquierda española como del nacionalismo vasco, con una política perseverante, más próxima a los problemas reales y mucho más empática con las nuevas generaciones.

Por eso el PNV apostó por un sociólogo de 49 años, profesor universitario y prácticamente un desconocido en el mundo de la política. El objetivo estaba claro: hay que darle la vuelta al envejecimiento del electorado y reconectar con las capas centrales del país, a las que Urkullu había ido abandonando después de tres victorias electorales y 12 años en el cargo. Su gobierno es el clásico en el País Vasco: una alianza con el PSE que le garantiza estabilidad parlamentaria a cambio de no desplazarse del carril político en que se encuentra instalado el nacionalismo vasco después de corregir la política del lehendakari Juan José Ibarretxe.

Pradales es el encargado de regenerar el proyecto del PNV y de insuflarle aire nuevo

El llamado plan Ibarretxe hizo descarriar su presidencia y una maniobra posterior del PP y del PSE, impidiendo que la izquierda abertzale se presentara en 2009, sirvió en bandeja la presidencia al socialista Patxi López y mandó un mensaje inequívoco al PNV: solo volviendo a la política anterior —autonomista— recuperaréis el poder.  Y de ahí, los peneuvistas no se han movido, mientras mermaba su base electoral. Pradales es el encargado de regenerar el proyecto y de insuflarle aire nuevo, algo que no será fácil, ya que las condiciones para que Bildu recoja el testigo de primera fuerza política están sólidamente asentadas. Tras las municipales de 2023, es la primera fuerza del País Vasco, con 107 alcaldías.

Pradales, en su jura como lehendakari, ha declarado que asume el reto de construir una Euskadi más plural, próspera y libre. Está muy bien como declaración genérica, pero no es ninguna pista sobre cómo va a reconectar con los descontentos. Muchos de ellos, irritados con la gestión de la pandemia. Por ello, no ha sorprendido que la apuesta más importante tenga que ver con más de 1.000 millones para ambulatorios y hospitales. Sin embargo, el reto va a ser el compromiso del nuevo Estatuto vasco y la relación bilateral con el Estado español. Va a ser interesante el debate del nuevo Estatuto, con Bildu tirando de PNV y PSE en el terreno nacional.