El reconocimiento de la oficialidad de la selección de Euskadi de pelota vasca, por parte de la Federación Internacional de este deporte, supone un salto importante en el bloqueo del Estado español a la admisión de cualquier federación que actualmente forme parte de su territorio administrativo. Es un paso significativo, ya que se rompe una tradición monolítica y jacobina del Estado español, aunque para ser definitiva tiene que pasar un cierto tiempo y que no sea recurrida por parte de España. El caso se asemeja al de 2004 en Fresno, California, cuando Catalunya fue aceptada provisionalmente por la Federación Internacional de Patinaje (FIRS), llegando a quedar primera en el Mundial B, pero no fue aceptada como miembro de pleno derecho por las trabas de la federación española.

La discusión acabó en los tribunales pero ya con muy pocas posibilidades. El Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAS) dio la razón a Catalunya y reconoció irregularidades por parte del FIRS. Fue, sin embargo, una victoria simbólica, ya que obligó a repetir la votación y la maquinaria española se salió con la suya. Hoy la FIRS como tal ya no existe, ya que en 2017 se fusionó con la International Skateboarding Federation formando la World Skate. La batalla de Fresno no fue, ni mucho menos, una batalla menor, ya que si la virulencia española no hubiera hecho descarrilar lo conseguido, Catalunya hubiera competido desde aquel momento en torneos internacionales con su identidad propia, su bandera y su himno en disciplinas con tanto arraigo como hockey sobre patines, patinaje artístico sobre ruedas, patinaje de velocidad sobre patines en línea, hockey sobre patines en línea, patinaje estilo libre en línea, patinaje de descenso y alpino en línea.

El reconocimiento de la oficialidad de la selección de Euskadi de pelota vasca rompe una tradición monolítica y jacobina del Estado español

Veremos ahora si las autoridades españolas hacen un Fresno 2 o, por el contrario, no se oponen. El hecho de que no asistieran a la votación del pasado sábado, facilitando así la admisión de Euskadi, puede ser visto como un cambio real en las posiciones hasta ahora mantenidas, pero también como una manera de ganar tiempo dada la instabilidad política en Madrid. En cualquier caso, la situación legal tampoco es la de 2004, ya que una modificación de la ley del Deporte, acordada en 2020 entre PNV y PSOE en el marco de una investidura de Pedro Sánchez, abría una brecha y permitía que deportes de arraigo especial en las autonomías pudieran ser oficiales y obtener sus selecciones el reconocimiento internacional. El PNV pensaba, en concreto, en pelota vasca y surf como los primeros pasos.

Habrá que estar atentos a ver cómo juega Catalunya sus cartas, ya que la oficialidad en algunos deportes hace tiempo que se intenta sin resultado alguno. Aparte de todo el paquete de deportes que estuvo a punto de adquirir la oficialidad, están el waterpolo o los bolos catalanes, con más de 200 clubes bajo el control de la federación. Hay también un supuesto más para la posible oficialidad de selecciones deportivas, como que su afiliación a la federación internacional se hubiera producido antes de la creación de una federación española. Aquí entraría el caso del rugby, deporte en que la federación catalana se creó en 1923 y la española en 1927.

En 2004, Catalunya perdió una oportunidad por errores ajenos o por no querer apretar más de la cuenta al gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero pese a que Esquerra Republicana le daba apoyo. Esperemos que de aquella experiencia negativa se haya aprendido alguna lección.