Superada con éxito su visita a Barcelona y también su regreso a Waterloo sin ser detenido por ninguna de las policías —Mossos d'Esquadra, Guardia Civil, Policía Nacional y agentes del CNI— para ponerle a disposición del magistrado Pablo Llarena del Tribunal Supremo, que se ha quedado una vez más sin la pieza perseguida con tanto ahínco, Carles Puigdemont ha empezado a mover piezas para clarificar su papel en el futuro político que se abre con un nuevo president, un nuevo Govern y un futuro por delante de oposición en muchas instituciones catalanas. La primera decisión ha sido convocar el congreso de Junts per Catalunya para el próximo 27 de octubre, cosa que se produjo el pasado lunes. No habrá nueva reunión, en principio, de la ejecutiva del partido hasta el 26 de agosto, fecha en que se iniciarán formalmente los trámites congresuales con la correspondiente aprobación de la propuesta de reglamento, un trámite sencillo, pero que ayudará a conocer el marco en que se desarrollará el cónclave de los juntaires.

En este mes de agosto, Puigdemont tendrá que concretar cómo se lleva a cabo su retorno a la presidencia de Junts, algo que, en estos momentos, todos dan por hecho en la dirección del partido. Laura Borràs le cedería su sitio y se reubicaría en otro cargo, Jordi Turull tiene todos los números para seguir como secretario general y el secretario de organización, David Torrents, no seguiría en el cargo. También el president tendría que arrojar luz sobre su papel en el Parlament, donde ocupa actualmente un escaño, aunque su exilio y el riesgo a su detención le impiden ocuparlo. Esta situación será pasajera, ya que la ley de amnistía, cuestionada por el Tribunal Supremo, será de cumplimiento obligatorio cuando se pronuncie el Tribunal Constitucional. ¿Cuándo será eso? Entre seis y doce meses. Entonces, podrá regresar, presumiblemente, a España y ocupar la presidencia del grupo parlamentario de Junts.

Hará de jefe de la oposición a Salvador Illa y será la primera ocasión en que un president de la Generalitat ocupe años después un escaño y se confronte en el Parlament con un sustituto suyo, aunque por en medio hayan estado las presidencias de Quim Torra y Pere Aragonès. La posibilidad de retirarse de la política no está encima de la mesa y los que le escucharon en la ejecutiva ampliada del pasado lunes, con asistencia de diputados en el Parlament y parlamentarios en el Congreso y el Senado, no tienen ninguna duda de que ha decidido dar la batalla y ser la alternativa al president Illa.

La posibilidad de que Carles Puigdemont se retire de la política no está encima de la mesa, y no hay ninguna duda de que ha decidido dar la batalla y ser la alternativa al president Illa

En este esquema, habrá que ver qué papel quiere jugar Esquerra Republicana, cuyos dirigentes presentes —Rovira, Aragonès, Jové y Vilalta— y futuros —Junqueras y su nuevo equipo— guardan silencio. El caso del expresidente del partido tiene sentido, ya que su objetivo es recuperar el control del partido en el congreso que está convocado para el 30 de noviembre y que cada vez hay más voces para que se adelante. Más sorprendente es el mutismo de los que gestionan provisionalmente la organización y que parece que se les haya comido la tierra una vez han facilitado la investidura de Illa. Sea como sea, la relación entre PSC y ERC es sólida y por primera vez se producirá una situación tan insólita como que durante varias semanas los nuevos consellers socialistas tengan a sus órdenes los equipos de los consellers salientes de los republicanos. Este pasado martes se nombraron a 3 secretarios generales de 16 departamentos y no habrá nuevos nombramientos del amplio sottogoverno hasta la reunión del Govern del 27 de agosto.

Es llamativo porque normalmente los nombramientos se hacen con celeridad, pero también es verdad que nunca se había producido la elección de un president en el mes de agosto, muchos de los futuros altos cargos pueden estar de vacaciones —también, por cierto, los actuales— y lo prioritario es asegurar el funcionamiento de la administración catalana. Asimismo, puede ser que sirva como una prueba de cooperación para un futuro Govern de coalición tras el congreso de Esquerra, si es que las bases del partido no acaban acordando lo contrario. Hoy por hoy, sin embargo, lo que cotiza al alza es la entrada de los republicanos en el equipo de gobierno de Jaume Collboni en la ciudad de Barcelona y en el Consell Executiu de Illa. Pero la política, muchas veces, no camina en línea recta. Y menos, en Catalunya.