Con la campaña de las elecciones del domingo acabada y con un debate de los resultados que se pueden producir en Catalunya que será más bien breve, en parte, porque la Europa política aún nos coge demasiado lejos, las negociaciones y las miradas se dirigen ya al lunes, día que se constituirá el Parlament y se tendrá que proceder al primer trámite de los comicios catalanes del pasado 12 de mayo: la constitución de la Mesa. Una auténtica batalla a cara de perro protagonizan los socialistas, como ganadores de aquellas elecciones, y los independentistas, que sumados Junts y Esquerra tienen más parlamentarios que el PSC y los comunes, y también la reivindican.

Por en medio de todo ello, la intervención del Tribunal Constitucional anulando, en la práctica, que el voto de dos diputados de Junts, Carles Puigdemont y Lluís Puig, y uno de Esquerra, Ruben Wagensberg, pueda llegarse a contabilizar porque no se acepta el voto telemático. No entraré en el fondo de la decisión del Constitucional, que ya han hecho expertos en derecho con más conocimiento que yo. Pero sí quiero dejar constancia de cómo se ha incorporado la resolución de un recurso que estaba dormido tan solo cinco días antes de la constitución del Parlament. También de la diligencia de Cándido Conde-Pumpido por sumar sus votos y los de los denominados progresistas junto a los conservadores reconocidos.

La Mesa del Parlament actuará de brújula de la legislatura, pero, sobre todo, de la agenda de la investidura del candidato a president de la Generalitat

Era lo que quería el PSOE, enseñar las uñas, y ha pasado. ¿Casualidad? En todo caso, casualidades de la política, que normalmente nunca acostumbran a serlo. Todo por intentar empujar los 15 votos del PP al zurrón del PSC con el discurso de que el independentismo desacata, cuando ya sabemos que este gesto, más que un desacato, es entrar en la boca del lobo en una cuestión que, en la práctica, políticamente hablando, no es trascendente. La Mesa del Parlament se ha convertido así en un botín importante, ya que actuará de brújula de la legislatura, si esta acaba tirando adelante, pero sobre todo de la agenda de la investidura del candidato a president de la Generalitat.

Salvador Illa quiere pasar y Carles Puigdemont también. Y no es seguro que uno y otro tengan sus opciones intactas según quién ocupe la presidencia. De hecho, si inicialmente se apostaba porque el cargo iba a recaer en un candidato del PSC o de Esquerra, Junts también pugna por serlo. De hecho, cada partido ha filtrado más o menos nombres posibles en una negociación que han llevado directamente Salvador Illa, Carles Puigdemont y Marta Rovira, con intervención también de sus números dos. Ninguno tiene a estas horas la certeza absoluta de que ha ganado la partida y da la impresión de que la noche del domingo y la mañana del lunes aún habrá muchas conversaciones.

En algún caso, también, el paso de las horas puede ayudar a rebajar la tensión de algún reciente desencuentro. Y es que una negociación es sobre todo eso, el resultado de un acuerdo.