El anuncio de dimisión del primer ministro británico, Boris Johnson, no le ha sentado nada bien al segundo referéndum de independencia de Escocia. Los planes de la ministra principal de Escocia y líder del Partido Nacional Escocés (SNP), Nicola Sturgeon, de convocarlo para el 19 de octubre de 2023 han tropezado con la campaña interna de los tory para la elección del nuevo inquilino del 10 de Downing Street y la que encabeza todos los pronósticos, la secretaria de Estado de Asuntos Exteriores, Liz Truss, ha estado este domingo taxativa y lo ha rechazado rotundamente.
Truss, que ha de ganar aún la candidatura frente al exministro de Economia Rishi Sunak, aparece como claro favorito al recibir el apoyo del ala más conservadora del partido y del propio Johnson. Su posicionamiento en contra del referéndum escocés es un cambio significativo respecto a los últimos inquilinos de 10 de Downing Street que se habían pronunciado con mayor cautela. Esta posición había sido la hoja de ruta de Theresa May y del propio Johnson para no rectificar la postura de David Cameron que autorizó su celebración en septiembre de 2014 con el resultado de sobras conocido en contra de la independencia.
Veremos cuál es la posición de Sturgeon que ha dejado claro que, en esta ocasión, su gobierno tiene intención de llevarlo adelante le parezca bien a Londres o no. Fundametalmente, porque considera que ha pasado casi una década desde la anterior consulta y, además, que las condiciones políticas cambiaron radicalmente con el referéndum del Brexit que conllevó la salida del Reino Unido de la Unión Europea. El hecho de que en Escocia se impusiera la permanencia en la UE ha generado, además, una corriente de simpatía en Bruselas que Sturgeon ha sabido aprovechar.
En más de una ocasión he señalado que Catalunya debería alinearse con Escocia en este movimiento del tablero europeo ya que conseguiría fijar también la mirada de la comunidad internacional. Ni Junts ni Esquerra han demostrado ningún entusiasmo al respecto: los primeros porque sostienen que ya se celebró el 1 de octubre de 2017 y los segundos porque no figura en su hoja de ruta. Los cierto es que más allá de estar en contra, cosa perfectamente legítima, tampoco saben cómo van a completar la promesa del president Pere Aragonès en el debate de investidura de completar la independencia en esta legislatura. Hoy suena como un brindis al sol y Esquerra no se mueve en esta dirección. No tiene un camino trazado tampoco Junts que parece bastarle con criticar lo que hace ERC.
Y así se marcan unos a los otros haciendo bueno aquel refrán de consejos vendo y para mí no tengo.