La decisión de Andoni Ortuzar de dejar la presidencia del Euzkadi Buru Batzar del Partido Nacionalista Vasco (PNV), que ocupaba desde 2013, supone un auténtico terremoto en el histórico partido nacionalista. No tanto porque después de más de 11 años al frente del mismo un relevo no sea lo más normal, sino porque su renuncia es fruto del interrogante sobre lo que podría suceder si se presentaba y hacia dónde se inclinaría la victoria. En la época reciente, solo Xabier Arzalluz estuvo más tiempo que Ortuzar al frente del PNV, llegando a permanecer 17 años y en un periodo tan intenso como el que va desde 1987 a 2004. Fiel a una determinada manera de hacer las cosas, el PNV ha repetido el mismo esquema que ya realizó cuando Iñigo Urkullu llegó a la presidencia del gobierno vasco, que procedió a la renovación del partido en la figura de Ortuzar.
Ahora, con un nuevo lehendakari del PNV, Imanol Pradales, y después de conservar muy en el último momento la primera posición en las elecciones vascas de la primavera del pasado año, Ortuzar se aparta y deja paso a la candidatura de Aitor Esteban, portavoz en el Congreso de los Diputados desde 2012 y diputado por Vizcaya desde 2004. Veremos cambios significativos en el PNV, muy probablemente. En parte forzados, ya que la fuerza electoral de Bildu ha crecido tanto que en las elecciones vascas empataron en número de escaños. Las nuevas generaciones apuestan más por Bildu que por el PNV y de ahí la llegada de Pradales a la lehendakaritza, que con 49 años pretende acabar con la frialdad de Urkullu y una pérdida de sintonía con la sociedad vasca.
Veremos cambios significativos en el PNV. En parte forzados, ya que la fuerza de Bildu ha crecido tanto que en las elecciones vascas ya empataron en escaños
Pero donde será interesante ver los movimientos de Esteban será en su política de alianzas, donde el margen se le ha ido estrechando a los nacionalistas conservadores. En Euskadi, dependen de los socialistas vascos y de Bildu no quieren saber nada. En Madrid, donde Bildu ya tiene un escaño más (6 a 5), sus movimientos a un lado y a otro se han reducido, apareciendo casi siempre en el lado del PSOE y más confrontado que nunca con el Partido Popular. El tema del palacete del PNV en París, en la lujosa Avenue Marceau, valorado en 17 millones, ha sido estos días un elemento de agrio debate. A priori, Ortuzar balanceaba más entre derecha e izquierda, y su relación con Feijóo era correcta. Pero las cosas a veces cambian y habrá que ver dónde Esteban, alejado del Congreso de los Diputados, quiere ubicar el partido.
En la misma semana que el PNV ha empezado a despedir a Ortuzar, que seguirá siendo presidente hasta abril, Bildu ha ratificado este sábado a Arnaldo Otegi como coordinador general de Bildu con el 94,4% de los votos en el tercer congreso de la organización abertzale. Otegi, que ocupa este cargo desde 2017, ha guiado a Bildu a posiciones impensables hace unos años y su autoridad está fuera de toda duda. Su reelección se ha producido en un ambiente de reivindicación independentista y del derecho a la autodeterminación de los pueblos, expresiones que tampoco van a modificar las luces largas que tienen los abertzales vascos, por más que por en medio haya ofrecido al PNV en el congreso de Bildu presentarse a las elecciones españolas y europeas en listas conjuntas.
Una propuesta imposible de que cuaje, pero que refuerza su pátina de dialogante y de apostar por una mayoría nacionalista-independentista en Euskadi. Mientras, lejos de la política de alianzas realizable, Bildu sigue muy concentrado en seguir siendo el referente de la izquierda y con la mirada puesta en las elecciones vascas de 2028, cuando esperan finalmente que se produzca su esperado sorpaso al PNV.