En una de las semanas más difíciles de Esquerra desde que asumió la presidencia de la Generalitat, ya que ha tenido que hacer concesiones capitales en su programa político al PSC —las dos más importantes, la construcción del Cuarto Cinturón y la ampliación del aeropuerto de El Prat— para intentar sacar adelante los presupuestos de la Generalitat, Oriol Junqueras y Pere Aragonès han recibido un auténtico baño de masas de los delegados del partido que se han desplazado este sábado a Lleida para participar en el 39º congreso de la formación. El apoyo a la ponencia política por el 97% de los asistentes —632 votos a favor, siete en contra y catorce abstenciones— supone una ratificación absoluta a la línea adoptada.
El punto más significativo es el referente a apostar por un referéndum de independencia acordado con el Estado, similar al que se celebró en Montenegro y que requiere una participación del 50% del censo y un mínimo del 55% de apoyo al sí. En el caso de Montenegro tuvo en su día el apoyo de la Unión Europea y esta es una de las razones que emplea Esquerra para insistir en su propuesta, que no cuenta, por ahora, ni con el apoyo de ningún partido independentista —ni Junts ni la CUP— ni tampoco con el de las dos entidades soberanistas —Òmnium Cultural y Assemblea Nacional Catalana (ANC)— ni el Consell de la República. Estas diferencias y el hecho de que la mesa de diálogo entre los dos gobiernos no haya servido, hasta la fecha, para abordar un posible referéndum deja la iniciativa de ERC ante un incierto futuro. Al menos, en un horizonte cercano.
En cualquier caso, el hecho de no hablar de plazos sino de futuro le servirá a Esquerra para definir un marco de acción política basado en la necesidad de un nuevo referéndum. Una posición que para sus detractores en el mundo independentista es innecesaria, ya que el referéndum ya se hizo en 2017, y en cambio para Esquerra es volverlo a intentar de nuevo buscando el acuerdo con el gobierno español y la complicidad de la comunidad internacional. Es obvio que la estrategia de Junqueras está pensada en una próxima legislatura española con Pedro Sánchez de nuevo en la Moncloa y necesitando imperiosamente sus votos para mantenerse en el poder.
Superado con éxito el congreso de Lleida, el primer objetivo de Esquerra en los próximos días será sellar definitivamente el pacto de presupuestos con el PSC, algo que ahora es verosímil tras la pista de aterrizaje que ha supuesto el acuerdo sobre la construcción del Cuarto Cinturón o B-40. Si en la reunión prevista para el lunes entre las dos delegaciones se mantienen los acuerdos sobre esta infraestructura, la ampliación del aeropuerto de El Prat y la construcción del complejo lúdico de Hard Rock, entonces sí que quedarán flecos significativos pero superables que podrían hacer pensar en un acuerdo en pocos días.
Gobernar es gestionar las contradicciones y Esquerra ha hecho de la necesidad virtud, consciente de que eran presupuestos o elecciones. Y ha huido tanto como ha podido de la segunda posibilidad.