La reunión con la que el PSOE pretendía aplacar la irritación del president Carles Puigdemont se ha saldado con un absoluto fracaso. Algo más de dos horas de encuentro en Suiza no desbloqueó la crisis profunda que atenaza la legislatura española y que lleva ya meses al borde del precipicio. Gráficamente, un conocedor de los entresijos de la compleja coyuntura política del momento señaló: "Para que se entienda, de los cinco dedos de una mano sobran todos, si se quiere hablar de los acuerdos alcanzados este viernes". Los representantes del PSOE encajaron la amonestación de Puigdemont sin asumir compromiso alguno que permita vislumbrar un clic en la tensión de las relaciones actuales.

Los socialistas ya conocen que Puigdemont espera una respuesta positiva de la Mesa del Congreso —controlada por PSOE y Sumar— respecto a su propuesta de proposición no de ley (PNL) en la que se pide que el presidente del gobierno se someta a una moción de confianza. Al parecer, los letrados del Congreso son contrarios a que se tramite y se debata la PNL. Hay un primer match ball en la reunión de la Mesa del próximo martes, a la que Junts concede mucha importancia, hasta el extremo que el president en el exilio será entrevistado por TV3 aquella misma noche en prime time y la formación independentista quiere tener en el zurrón un botón tan importante como que Sánchez pueda ser obligado por el Congreso a presentar una moción de confianza. Obligado a efectos políticos, que no legales, ya que esta es una decisión que compete tan solo al presidente del gobierno, de acuerdo con el artículo 172 de la Constitución.

La reunión de Suiza fue un nuevo inventario por parte de Junts de los incumplimientos del PSOE desde el inicio de la legislatura

Sánchez y Moncloa ya dijeron el lunes que no pensaban presentar una moción de confianza y que no estaba en la agenda. También entienden que abrir un debate sobre esta cuestión es para ellos enormemente peligroso, ya que solo hace que acrecentar la sensación de fragilidad del ejecutivo. En cambio, los pocos socialistas más pragmáticos partidarios de aceptar la PNL consideran que se vería en el Congreso en febrero o marzo —enseguida llegan las vacaciones de Navidad, y enero se considera no hábil para los temas ordinarios— y que ahora de lo que se trata es de ganar tiempo. La reunión de Suiza fue, en este sentido, un nuevo inventario por parte de Junts de los incumplimientos del PSOE desde el inicio de la legislatura y una réplica suave por parte socialista del esfuerzo que ellos también están haciendo.

Mientras eso sucedía en Suiza, en Santader el presidente Sánchez se reunía con los presidentes autonómicos, con un pleno de asistencia total, en un clima muy marcado por la confrontación entre PSOE y PP y la propuesta de financiación singular para Catalunya acordada entre los socialistas catalanes y Esquerra Republicana para la investidura de Salvador Illa. Aunque el PSOE ha puesto encima de la mesa una fórmula de "negociación bilateral y acuerdo multilateral", los barones del PP tampoco lo aceptan, ya que se creen que será más lo primero que lo segundo. Los independentistas, en este caso ERC, solo quieren lo primero, ya que lo segundo temen que les acerque peligrosamente al café para todos.

De la reunión de Santader salió un acuerdo: que la próxima cita de presidentes autonómicos fuera en Barcelona. Era la primera vez que un president de la Generalitat ofrecía la capital catalana para esta cumbre y Pedro Sánchez lo aceptó complacido. De las 26 reuniones celebradas hasta la fecha, tan solo cinco se han celebrado fuera de Madrid y desde el año 2012, con Artur Mas en la Generalitat y Patxi López en Ajuria Enea, no había una foto de todos los presidentes autonómicos con el Rey en la conferencia de presidentes. Estaba Juan Carlos en la Zarzuela y el conflicto territorial empezaba a coger fuerza.