No sé cuántas personas pueden decidir su voto este próximo domingo en función de la situación de Rodalies, ni tampoco cuántos de los funcionarios que se presentaron a las oposiciones para consolidar su plaza y fueron anuladas harán responsable de ello al Govern de la Generalitat. Como tampoco sabremos nunca a quién han hecho responsable los payeses del retraso en las ayudas económicas por la persistente sequía, que amenaza no solo sus cosechas sino también su sistema de vida. O qué coste ha acabado pagando Ada Colau por la degradación de Barcelona o el PSC por la inseguridad de la ciudad cuando, en última instancia, ha sido el que ha tenido la tenencia de alcaldía correspondiente en la capital catalana. 

A veces uno tiene la sensación de que una frase bien dicha en un mitin, un argumentario bien escrito por la legión de colaboradores que tienen los candidatos, o la profesionalidad a la hora de hacer debates por televisión, acaban teniendo una importancia mayor que la valoración de la gestión que pueda llevar a cabo un partido u otro al frente de una administración. Este sábado hemos sabido que las restricciones de circulación en la línea R2 Sur de Rodalies en las últimas tres semanas han afectado a 1.007.044 desplazamientos y han hecho perder un total de 471.343 horas laborables. Casi medio millón de horas laborables perdidas que equivale a cerca de 60.000 jornadas laborables.

El estudio, que ha realizado la Cambra de Comerç de Barcelona, es, cuando menos, impactante. Sobre todo si tenemos en cuenta que los datos se han obtenido analizando los retrasos y modificaciones en la frecuencia de los convoyes los días laborables entre el 2 y el 19 de mayo, el período que ha durado la afectación. La incidencia, que afectaba al sistema de señalización entre El Prat y Castelldefels, ha quedado ya reparada este sábado y Renfe ha recuperado el servicio habitual en la R2 Sur. 

Veremos cuántos días estamos sin hablar de una nueva incidencia en Rodalies, pero la irritación que expresan los pasajeros cuando se ven afectados y los ciudadanos en general parece tener un nulo desgaste electoral y sirve, como mucho, para un titular del montón en esta campaña electoral. Lo que se llama minutos basura en un debate electoral. Al entrar en la última semana electoral, todo parece estar en condiciones de cambiar en muchos sitios dado lo apretada que está la cabeza entre dos o tres candidatos y el alto número de indecisos. Mucho más si en la ecuación incorporamos los posibles pactos postelectorales.

En tres de las cuatro capitales —Barcelona, Lleida y Tarragona— la primera posición está en disputa entre dos o incluso tres partidos. Y en Girona, donde Junts sacó al segundo más de diez puntos, las opciones de un tripartito de izquierdas para desplazarle son muy altas. Al que le gusten las emociones altas tiene esta semana, y sobre todo el próximo domingo, la posibilidad de darse un gran festín.