Más de 48 horas después del beso sin consentimiento del presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, a una de las jugadoras, la futbolista Jenni Hermoso, este sigue aferrado a su cargo. Como esperando a que la tempestad amaine, ya que cree contar con resortes mediáticos y deportivos para que su inaceptable comportamiento acabe siendo olvidado y el episodio forme parte de un escándalo más de una presidencia con varios episodios polémicos. Y, a veces, ello es del todo imposible, ya que esta instantánea es como un fragmento de la historia que siempre estará ahí para recordarnos la línea roja entre la decencia y la indecencia, entre lo permitido y lo prohibido, y entre lo legal y lo ilegal.

Las imágenes son vergonzosas, se miren cómo se miren. No solo esta, sino también otra en el palco estrujándose los genitales. La inacción de los diferentes estamentos —¿qué hace la Fiscalía?— o la cobertura mediática de la prensa madrileña, en muchos casos buscando una cierta complicidad con Rubiales, supone un retorno a una España machista y casposa que las leyes miran de superar, pero que personajes inadecuados para un cargo público tratan de recordarnos a diario.

No hay medio de comunicación extranjero —desde la CNN al The New York Times, desde L'Equipe a The Guardian— que no hayan enseñado a sus lectores o espectadores el machismo de Rubiales. Habiendo como hay en la selección nueve jugadoras del Futbol Club Barcelona también se espera un hecho de condena del club blaugrana, aunque solo sea como una medida de protección de sus jugadoras, en este caso, trabajadoras. ¿O patrocinadores especiales como Iberdrola, mezclados con la inmundicia que está saliendo a la luz pública, no tienen nada que decir?

Con el paso de los días, la tempestad se ha convertido en un diluvio y cada noticia que conocemos ahonda en la gravedad del asunto. Que si la presionó Rubiales para que apareciera junto a él en el vídeo en el que pedía aparentemente disculpas, alegando que su puesto como presidente estaba en discusión y necesitaba su apoyo, cosa que Hermoso no le dio. Que si el comunicado que se hizo público a las pocas horas del beso no consentido y que se atribuyó a la futbolista y fue distribuido por la RFEF igual tampoco era suyo.

En fin, un despropósito sobre el que ya han empezado a llegar las primeras denuncias, además de la crítica política desde el PP a Sumar. Si no hay dimisión, se tiene que iniciar el procedimiento para cesarlo, empezando, aunque sea largo, por una denuncia del Consejo Superior de Deportes, dependiende del ministerio de Cultura de Miquel Iceta, ante el Tribunal Administrativo del Deporte. Las declaraciones ya no son suficientes.